miércoles, 3 de julio de 2013

El mundo espiritual de Gonzalo de Berceo

El mundo espiritual de Gonzalo de Berceo
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Eremitas 
El estado eremítico es de perfección. Encontramos los primeros, en el Oriente mediterráneo, en el siglo III, son los llamados padres del desierto1537 o monjes de Egipto, con San Antonio Abad a la cabeza. Esta vida ya fue practicada por Jesucristo quien se retiró al desierto y, antes que él, por San Juan Bautista e incluso por Elías. 
La vida eremítica la encontrarnos documentada en España en época visigoda; en el siglo V la practica el propio San Millán de la Cogolla. La postura doctrinal y canónica de la Iglesia ante ella fue ambivalente. San Isidoro, en el siglo VIl, distingue los buenos, ermitaños o anacoretas, según que hubiesen abrazado directamente la soledad o pasado a ella después de un aprendizaje cenobítico, y los indeseables1538.
En el eremita existe un menosprecio del mundo. A fin de cuentas la existencia terrenal es sólo el status viae pero, además, se rehuye de la compañía de los otros. Ése es el caso de San Millán l539: "Entendió qe el mundo era pleno d'engaño, / qerié partirse d'elli e ferse ermitaño; / de levar non asmava nin conducho nin paño, / .../ metióse por los montes por más se esconder, / .../ levava dura vida, fazié fuert' abstinencia, / .../ Andava por los montes, por los fuertes logares, / por las cuestas enfiestas e por los espinares". También en Santo Domingo I540: "El sacerdot precioso, en qui todos fiavan, / desamparó a Cañas, do mucho lo amavan, / parientes e amigos, que mucho li costavan; / alçóse a los yermos, do omnes non moravan. / Quando se vido solo, del pueblo apartado, / folgó como si fuesse de fiebre terminado; / rendié gracias a Christo que lo avié guiado".
En la soledad del agro castellano nuestros santos eremitas viven con grandes privaciones, comiendo cualquier posible alimento. Así, San Millán 1541: "Paciendo erbeçuelas, aguas frías beviendo". También Santo Domingo 1542: "Non teníe, bien sepades, pora cena pescado".
Las condiciones climatológicas son soportadas con gran paciencia, siendo versos muy similares los de ambas obras tal vez porque los del santo silense se inspiraron en los del santo emilianense. Nos dice en San Millán l543: "Nin nieves nin eladas nin ventiscas mortales, / nin cansedat nin famne nin malos temporales, / nin frío nin calura nin estas cosas tales, / sacar no lo podieron d'entre los matarrales". En Santo Domingo I544: "Porque facié mal tiempo, cayé fría elada, / o facié viento malo oriella destemprada, / o niebla percodida, o pedrisca irada, / él todo est lacerio no lo preciava nada".
Durante el día realizan una vida de oración y de sacrificios, descansando lo menos que puedan por la noche. Escribe Berceo en San Millán l545: "Reçava bien sus oras, toda su salmodía, / los imnos e los canticos, toda la ledanía; / rezava so salterio por uso cada día, /... / por las montañas yermas las carnes martiriando, /... / allí dava a Dios de sus carnes derecho, / martiriándolas mucho e dándolis mal lecho". En Santo Domingo l546: "El hermitaño nuevo diose a grand lacerio, / faciendo muchas prieces, reçando su salterio, / diciendo bien sus oras, todo su ministerio, / dávalis a las carnes poco de refrigerio. / Sufriendo vida dura, iaciendo en mal lecho".
Similar será este tipo de vida con el que llevarán los emparedados incluso el lecho es también bastante incómodo, como se nos dice en Santa Oria1547: "Acostóse un poco, flaca e muy lazrada, / non era la cameña de molsa ablentada. /... / Lecho quiero yo áspero de sedas aguijosas, / non merescen mis carnes yazer tanto viciosas".
En la obra berceana se nos localizan una gran cantidad de ermitaños. En Santo Domingo 1548 se nos nombra a San Juan Bautista, San Antonio, Santa María Egipciaca, San Millán, San Félix de Bilivio, los monjes de Egipto, ..., además del santo silense. En Santa Oria se encuentran en el Paraíso un grupo de eremitas entre los que se hallan Galindo y el propio padre de la santa, García l549: "Vido más adelante, en un apartamiento, / de sanctos hermitaños un precioso conviento, / que sufrieron por Christo mucho amargo viento, / por ganar a las almas vida e guarimiento. /... / y vido a Galindo, en essa compañía, / ladrones lo mataron en la hermitañía, / y vido a su padre que llamavan García, / aquelli que non quiso seguir nulla follía".
Esta gran cantidad de eremitas, documentados en Santa Oria, responde al hecho del auge que este tipo de vida tuvo en el siglo XI, centuria en la que también vive Santo Domingo quien abrazó este tipo de existencia.
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El mundo espiritual de Gonzalo de Berceo
Juan Antonio Ruiz Domínguez

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