sábado, 6 de julio de 2013

KANDINSKY


El color es un medio para ejercer una influencia directa sobre el alma. El color es la tecla. El ojo, el maculo. El alma es el piano con muchas cuerdas. El artista es la mano que, por esta o aquella tecla, hace vibrar adecuadamente el alma humana. (Kandinsky)
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Violett
Vasily Kandinsky (francés (nacido en Rusia), Moscú 1866-1944 Neuilly-sur-Seine)
Fecha: 1923 
Litografía en color rojo, amarillo, azul y negro 
Dimensiones: 29,1 x 19,1 cm.
Metropolitan

De Alciato a Iriarte


En la primera mitad del siglo xvi aparecen los famosos Emblemas de Alciato, que alcanzaron una amplia difusión en toda Europa. En algunos de ellos encontramos referencias a los colores: el negro conviene al luto y a la fatiga triste y congoxosa; el blanco, al simple y casto; el verde, a la esperanza; al rojo, al amador y a la ramera, etcétera.
El mantuano Fulvio Pellegrino escribió un librito acerca del Significato dei colori e dei mazzola que mereció una reedición en 1593, prueba del favor con que fue acogido por el público. Pellegrino encabeza su obra con un soneto sobre la simbologia de los colores, para después servirse de cada uno de los catorce versos como título de otros tantos capítulos.
Ese mismo año de 1593, y en Pavía, por Andrea Viani, ve la luz una reimpresión (no sería la última) de la obra que el francés Jacques d'Enguien, el Siculo de la corte napolitana
del rey Alfonso de Aragón, había redactado hacia 1458: Le blasón des couleurs.
Este curiosísimo libro debió tener un éxito extraordinario a juzgar por las repetidas ediciones de que fue objeto; además de la citada de 1593 y de alguna otra posterior, había aparecido ya en Venecia, en las prensas de Domenico Nicolino, el año de 1565. En estas últimas lleva el título de Trattato dei colorí nelle arme, nelle livree, e nelle divise.
Sicillo escribe sobre el significado de los colores en general y pasa después a relacionarlos con las siete edades del hombre y sus cuatro complexiones o naturalezas (sanguínea, colérica, flemática y melancólica), los cuatro elementos, las siete virtudes, los siete planetas, etc. Rabelais lo cita despectivamente en su Gargantúa y Pantagruel: libro muy poco leído, que venden los baratijeros y buhoneros, pero sólo porque pensaba hacer algo parecido.
Bien es verdad que Sicillo complica su discurso al explicar el especial significado que adquiere cada color al ir acompañado de otro. Así, por ejemplo, el rojo, cuando se presenta a su lado la influencia negativa del color negro, cambia su habitual significado de amor, nobleza, valor y ardor en la batalla por el de fastidio, aburrimiento y tedio de las cosas del mundo.
Este tipo de alambicadas combinaciones pueden parecemos hoy absurdas y hasta ridiculas, pero no lo eran para la sociedad de la época, en la cual los artificios manieristas tendrían su continuación en el triunfo del símbolo, de la alegoría, del jeroglífico y del emblema que informan al barroco, todo un juego de sutilezas del que participaba con entusiasmo la sociedad entera. Buen ejemplo de ello es el éxito alcanzado por Cesare Ripa con su célebre Nova Iconología, editada por vez primera en Roma el año 1573.
Ripa presta mucha atención al lenguaje simbólico del color a la hora de caracterizar sus alegorías: a la Generosidad y a la Gloria viste de oro; a la Hipocresía, vieja leprosa, de blanco, como los sepulcros blanqueados de la Biblia; al Honor, de púrpura, etc. Llega incluso a dar un color diferente a las representaciones alegóricas de cada una de las horas del día y de la noche.
En la literatura de la época tropezamos frecuentemente con alusiones a la simbología de los colores. No es necesario buscar mucho.
Veamos el siguiente fragmento de un romance de Góngora:
Sobre una marlota negra
un blanco albornoz se ha puesto,
por vestirse los colores
de su inocencia y su duelo.
También de Góngora, estas seguidillas para doña María Hurtado:
Mátanme los celos
de aquel andaluz,
háganme si muriere
la mortaja azul.
Perdí la esperanza
de ver mi ausente:
háganme si muriere
la mortaja verde.
La condesa de Aulnoy, autora del famoso Viaje por España (entre 1679 y 1680), demuestra un especial interés y sensibilidad por este tema. Uno de sus personajes mandó hacerse un disfraz de brocado verde y oro, con plumas verdes y una librea verde también para destacar sus nuevas esperanzas.
A su paso por Vitoria, la condesa asistió a una representación teatral de la vida de San Antonio donde el actor encargado del papel del demonio iba vestido como los demás y sólo se distinguía de ellos por los cuernos de su frente y por llevar medias rojas, breve alusión al fuego infernal que ayudaba al popular auditorio, incluso a aquellos que estuvieran más alejados delescenario, a seguir las intervenciones del señor de los infiernos.
Sería fácil engrosar la lista, porque el simbolismo del color era entendido y tenido en cuenta por todos. Mateo Alemán, en su Guzmán de Alfarache, describe unas fiestas de toros y un juego de cañas, y dice:Juntáronse las quadri-llas, de sedas y colores diferentes cada una, mostrando los quadrilleros en ellas sus passio-nes, qual desesperado, qual con esperanga, qual cautivo, qual amartelado, qual alegre, qual triste, qual zeloso, qual enamorado.
Otra muestra del arraigo de la simbología de los colores en la sociedad del xvn la encontramos en una de las obras más notables de Agustín Moreto: El desdén con el desdén. En la escena III de la segunda jornada asistimos a una fiesta galante durante las carnestolendas; las damas esconden cintas de colores, los caballeros eligen una y aquella que la posea será su pareja. Diana empieza el juego diciendo:
Pues sentaos, y cada uno
elija color, y sea,
como es uso, previniendo
la razón para escogella.
En La República al revés, de Tirso de Molina, toda la escena VIII del tercer acto se resuelve en un rápido diálogo entre Camila y Lidora, indecisa ésta a la hora de escoger vestido, repleto de alusiones a la simbología del color.
Tomás de Iriarte, muy avanzado el sigloXVIII, ironiza acerca del vestuario simbólico de los autos sacramentales: Todavía no se le podrá olvidar la salida que hacía la noche con manto de terciopelo negro estrellado, la tierra vestida de raso verde y el mar de muer de aguas azul.
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Botticelli, Sandro
La historia de Nastagio degli Onesti (III)
Hacia 1483
Soporte, Tabla
Medidas 84 cm x 142 cm
Prado

El simbolismo del color a través de la historia


En Grecia, la coloración de las túnicas era simbólica: el blanco denotaba pureza; el azul, altruismo e integridad, y el rojo, sacrificio y amor.
En los primeros siglos del cristianismo no había una norma constante que determinara el color de las vestiduras sacerdotales. Ya en el siglo xn aparece una rúbrica que fijaba los colores litúrgicos en relación con los diferentes tiempos y fiestas del calendario. El papa Inocencio III (1198-1216), en su De sacro altaris mysterio, comentó este canon estableciendo cuatro colores principales: blanco, rojo, verde y negro. El morado, que dicho pontífice asimilaba al negro, gozó pronto de un uso generalizado. En el siglo xvi, estos cinco colores fueron definitivamente fijados en el misal de Pío V.
También en heráldica el simbolismo del color juega un papel de primer orden. Este arte o ciencia utiliza un lenguaje que le es característico: al amarillo llama oro; al blanco, plata; al rojo, gules; al azul, azur; al verde, sinople; al morado, púrpura, y al negro, sable. Oro y plata son denominados metales; el resto, esmaltes.
En su Ciencia Heroyca(1780), que resume la tradición anterior, el marqués de Aviles se remonta a la antigua Grecia para buscar el origen del uso de los colores heráldicos. Cuenta que los reyes troyanos y griegos acostumbraban a vestirse de acuerdo con los siete días de la semana y que al entrar en batalla pintaban sus escudos del color correspondiente.
Recoge la opinión de Moreri, para quien los colores de las armerías procedían de los que se llevaban en los torneos y éstos, a su vez, de las cuatro facciones, alba, rosea, véneta y pracina (blanca, roja, azul y verde), de los juegos de circo romanos.
Cita también una especie de código astrológico lleno de prestigio clásico: Aristóteles dio a los metales y colores el nombre de los siete Planetas, llamando a el Oro, Sol; a la Plata, Luna; a el Gules, Marte; a el Azur, Júpiter; a el Sable, Saturno; a el Sinople, Venus, y a la Púrpura, Mercurio, vistiendo y pintando a cada uno de estos Dioses de su metal y color.
Y no sólo dioses y planetas, también las piedras preciosas y los signos del zodiaco, los elementos de la naturaleza, los meses del año, los árboles, las flores, las aves y los animales, las virtudes y las cualidades mundanas encuentran en su libro sus respectivas correspondencias cromáticas.
En la Edad Media el lenguaje simbólico del color floreció con los torneos, los cantos de los trovadores y los sutiles artificios del amor cortés. Huízinga recuerda a este respecto cómo Guillaume de Machaut se llena de alegría al ver a su amada vestida de blanco y tocada con una cofia de tela azul celeste con papagayos verdes, pues el verde es el color de un amor nuevo, y azul, el de la fidelidad.
No hacían falta palabras; mediante el color, los diversos estados de ánimo —el gozo, la desesperación, el amor correspondido o la esperanza de alcanzarlo— quedaban simplemente al alcance de los ojos. Fray Iñigo de Mendoza escribe un curioso torneo alegórico entre la Razón y la Sensualidad en el que dice:
Sus cimeras, sus colores,
sus bordadas invenciones
muestran a los miradores sus
deseos, sus temores,
sus secretas intenciones.
El marqués de Santillana, en una obra que titula Visión, narra un encuentro imaginado con tres mujeres desamparadas y quejosas de no hallar vivienda ni reposo en España, y resultan ser —nos lo dicen ellas, pero también el color de sus ropas— la Firmeza (de negro), la Lealtad (de azul) y la Castidad (de blanco).
San Antonio recoge en su Summa Theologica un código de carácter moral: el blanco es pureza; el rojo, caridad; el dorado, dignidad, y el negro, humildad. Leonello d'Este, marqués de Ferrara, cuidaba de que el color de sus vestidos estuviera de acuerdo con un código astrológico, lo mismo que aquellos griegos antiguos de los que hablaba el marqués de Aviles. Por su parte, Alberti y Leonardo enlazan con la tradición escolástica medieval y sustancialmente están de acuerdo en reservar el amarillo para la Tierra, el verde, para el Agua, el azul, para el Aire, y el rojo, para el Fuego.

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LA SIMBOLOGÍA DEL COLOR
CARLOS SAGUAR QUER
Historiador. Departamento de Historia del Arte.
Universidad Complutense de Madrid

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Album de torneos y desfiles en Nuremberg
Fecha: finales del siglo XVI mitad del XVII.

CLUNY EN GONZALO DE BERCEO


Dedicamos un apartado de este capítulo a las menciones que sobre la orden de Cluny existen en la obra de nuestro autor, tema que presenta una excepcional importancia, si tenemos presente que muchos elementos de la mentalidad del clérigo riojano, como, por ejemplo, el interés por la liturgia de los difuntos y la preocupación por las ánimas del Purgatorio, provienen de esta reforma de la orden benedictina. 
Incluso, ya hemos visto cómo en Santo Domingo aparecen elementos que pueden vincular al monasterio de Silos a Cluny. Así, por ejemplo, la restauración que del convento de San Sebastián de Silos hace Fernando I, monarca que nombra abad al santo silense, que devuelve el esplendor perdido al monasterio haciendo posible que profesen muchos monjes. Fernando I instituirá un generoso censo a favor de Cluny de mil áureos anuales y, a su muerte, se celebrarían muchos sufragios por él en la abadía francesa1769 y en todas las casas de la Orden.
En la obra berceana vemos cómo Fernando I hará una donación de alimentos a Silos en un momento de gran hambre, e incluso el monarca insiste en que nunca los monjes de este monasterio pasarán necesidad 1770: "Nunqua mengua avredes segundo mi sentido, / nin combredes conducho que non sea condido". Incluso, se mantiene la tesis de que aquéllos que madrugan y llevan una vida tan dura no deben practicar un riguroso ayuno l771: "Los monges que madurgan a los gallos primeros, / trasayunar non pueden como los tercianeros".
Berceo compone una serie de versos que hacen referencias a Fernando I y a la reforma de Silos l772: "El reï don Fernando, de Dios sea amado, / .../ Fo luego a las primas la Orden reformada, / .../ El reï don Fernando, sea en paradiso". Incluso las fórmulas "de Dios sea amado", "sea en paradiso", podrían estar en conexión con los sufragios que se hicieron por el alma del monarca. Aunque también se podría estar realzando al rey castellano, y contrastando la bondad de él y del santo en contraposición con la maldad del monarca navarro García III.
No debemos olvidar que las relaciones de Cluny con los reyes navarros fueron buenas en tiempos de Sancho III el Mayor, quien conoció a Cluny a través de Oliba en el 1023, del duque de Aquitania y de los condes de Poitiers y Gascuña. Las relaciones de Odilón con García III fueron frías, aunque García fundó Santa María de Nájera1773, rasgo que lo honraría si no fuera porque Berceo nos lo coloca reclamando las riquezas de San Millán.
En Milagros se documentan dos pasajes que debemos citar. El primero hace referencia al hecho de que el romero de Santiago, una vez que ha concluido su peregrinación a Compostela decide entrar en Cluny y el abad, San Hugo, es quien escribe el episodio1774: "Desemparó el mundo, amigos e parientes, / metióse en Gruniego, vistió paños punientes. / Don Ugo, omne bueno, de Gruniego abbat, / varón religioso, de muy grand santidat, / contava est miraclo que cuntió en verdat; / metiólo en escripso, fizo grand onestat. / Guirald finó en orden, vida buena faciendo".
El texto nos habla de San Hugo. Bajo su mandato Cluny pasó de tener sesenta monjes a poseer trescientos. Reedificó la iglesia conventual, que era la culminación en esplendor y magnitud de la basílica románica1775. En esta mención de Hugo, Berceo lo que está es siguiendo fielmente su fuente1776: "Hugo, abbas cluniacensis eclesie, solet narrare de quodam fratre sui monasterii".
El último texto que vamos a citar es también de Milagros1777. Nuestro autor atribuye a un monje la fuente de un milagro, concretamente el del niño judío, dándonos el dato que ese monje estaba en el convento de Borges, aunque ahora está destinado en San Miguel de la Clusa: "Un monge la escripso, omne bien verdadero, / de Sant Migael era de la Clusa claustero, / era en es si tiempo en Borges ostalero". El dato sería del todo marginal, se están nombrando monasterios benedictinos, en cuya localización los autores no se ponen de acuerdo, pues San Miguel de la Clusa podría ser el de Bergerac en Dordogne, o el de Susa, en el Piamonte1778. Sin embargo, ¿por qué sabe Berceo que este Pedro fue hostalero en Borges si no está en su fuente? (La fuente sólo afirma: "In civitate Bituricensi, quam solet narrare quidam monachus Sancti Michaelis de Clausa, nomine Petrus, dicens se eo tempore illic fuisse")1779. ¿Se trata de una invención de nuestro autor, o tal vez ha habido una información oral porque son conventos vinculados a la misma orden ?

El mundo espiritual de Gonzalo de Berceo
Juan Antonio Ruiz Domínguez
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friso
Fecha: segundo trimestre del siglo XII
Hecho en Cluny, Borgoña, Francia

CUESTIONES RELATIVAS A LA VIDA CULTURAL EN TIEMPOS DE BERCEO



Abordamos dentro de este último capítulo sobre la Iglesia el tema de la cultura y la educación, puesto que, a lo largo del medievo, el orden de los oratores fue no sólo el depositario sino el transmisor de este acervo del conocimiento. 
La mayoría de las grandes obras de la literatura o la historia de aquel momento fueron clericales. Todos estos escritos no sólo suponen la existencia de clérigos dotados de buenas cualidades para versificar, sino el conocimiento de la teología, moral, el latín, el castellano y de la historia pasada que han investigado1780. Un buen ejemplo podría ser el propio Gonzalo de Berceo, un hombre con grandes conocimientos, y con un alto nivel de lectura, fundamentalmente de obras de contenido litúrgico-teológico.
Los oratores educan al pueblo y a la nobleza, siendo el medio más antiguo y tradicional de la enseñanza de la doctrina cristiana la predicación y la catequesis. Las artes plásticas también contribuyen a que el pueblo recuerde y amplíe sus conocimientos. El románico y el gótico se recrearán en temas como el pecado original, la anunciación, el nacimiento y muerte de Cristo, el juicio final, ...
Refiriéndonos en concreto a la España plenomedieval, el concilio de Coyanza (León) del 1055 ordena en su canon tercero: "Et los clerigos ensiñen a los fillos della yglesia e a los infantes el Credo in Deum e el Pater Noster, assi que losaban de cor"1781. Pero esta actividad no se despierta hasta la presencia en España del legado Juan de Abbeville, y sus concilios de Valladolid, 1228 y Lérida, 1229, frutos del Lateranense IV. Precisamente en estos concilios se establece la obligación, para el clero parroquial, de aprender latín, prohibiendo la concesión de beneficios a los que lo ignorasen y permiten que se puedan ausentar a las escuelas para aprender gramática, gozando de sus beneficios1782.
Hay que tener presente que, desde comienzos del siglo XII, los capitulares de los diferentes cabildos catedrales hispanos comenzaron a salir a estudiar a los estudios franceses e italianos; con la fundación de nuevos estudios generales hispanos a lo largo del siglo XII, partieron también para éstos. Los desplazamientos no se podían realizar sin una base económica adecuada, de la que carecían en la mayoría de los casos los capitulares estudiantes;y, por otra parte, daban lugar, consecuentemente, a unas ausencias del cumplimiento del propio deber capitular, lo que normalmente era sancionado con la pérdida de parte de sus ingresos. Para legalizar estas ausencias y permitir que, a pesar de ellas, el capitular estudiante ausente siguiera gozando de una suficiente situación económica, los cabildos comienzan a legislar en este Sentido, pudiéndonos remontar, como más antigua, a la Constitución de Santiago de Compostela de 1169 1783.
Respecto al mundo monástico, el panorama es algo distinto, pues las Reglas, como la Regula Magistri, preveen generalmente, para todos los monjes, la obligación de aprender a leer -al menos hasta los cincuenta años-. Este imperativo se encuentra estrechamente ligado a la vida religiosa del monje. Las Reglas de la tradición occidental destinan, por lo general, de dos a tres horas a las lecturas espirituales como premisa necesaria para la meditación. Esto traía consigo que el monasterio se dotase de instrumentos- bibliotecas, escuelas, scriptorium-, que hacían de él un lugar exclusivo y culturalmente protegido1784.
En la obra de Gonzalo de Berceo, concretamente en San Millán. Santo Domingo, Milagros y Duelo encontramos documentada esta preocupación por la enseñanza, por la cultura, aunque realmente todos sus escritos pretenden catequizar a su público lector-oyente.
En San Millán, el propio santo emilianense es plenamente consciente de su analfabetismo y desconocimiento de los fundamentos teológicos del cristianismo, por lo que se dirige a San Félix de Bilivio, con objeto de que sea su maestro y lo instruya1785: "Non sé nada de letras, vásmele entendiendo, / de la sancta creencia la raíz non entiendo; / padre, mercet te clamo a tos piedes yaziendo, / que en esti lazerio vayas mano metiendo. / .../ demostrólis los psalmos por fer su oración; / .../ Fue en poco de tiempo el pastor psalteriado, / de imnos e de cánticos sobre bien decorado, / en todo la doctrina maestro profundado".
El caso de Santo Domingo es distinto pues, cuando expresa su deseo de ser clérigo, sus padres se preocupan por la instrucción del niño y lo llevan a la iglesia como monaguillo u oblato en una escuela eclesiástica1786: "Buscáronli maestro, el mejor que pudieron, / leváronlo a glesia, a Dios lo ofrecieron. / Diéronli su cartiella, a ley de monaciello, / assentósse en tierra, tóllose el capiello, / en la mano derecha priso su estaquiello / apriso fasta'l títol en poco de ratiello".
Nuestro protagonista acude voluntariamente y con agrado a esta escuela y aprende con gran rapidez1787: "Vinié a su escuela el infant grand mañana, / non avié e decírgelo nin padre nin ermana; / .../ Fue en poco de tiempo el infant salteriado, / de imnos e de cánticos bien i gent decorado; / evangelios, epístolas aprísolas privado; / algún mayor levaba el tiempo más baldado".
El salterio se consideraba el libro de lectura elemental y el maestro obligaba a recopilar los versículos sobre unas tablillas, debiendo el joven monje aprenderlos de memoria. Para conocer los salmos por orden del 1 al 150 se precisaba entre seis meses y tres años1788, según la capacidad intelectual y el esfuerzo.
¿Dónde realizó el santo este aprendizaje? La verdad es que Berceo no nos lo dice, aunque probablemente fuera en Cañas, llegándose a afirmar que pudo haber sido en la escuela monástica de Santa María de Cañas1789. Nos llama la atención el hecho de que este monasterio decayera en poco tiempo, pues cuando Santo Domingo es enviado allí no encuentra absolutamente nada 1790: "Fue a Sancta María el barón benedicto, / non falló pan en ella nin otro ningún victo".
Hicimos antes mención a que, en el siglo XI, el concilio de Coyanza había ordenado que se enseñase el Padre Nuestro y el Credo. Precisamente, aunque en cierta manera es un tópico hagiográfico, ésas son las oraciones que el santo dice, cuando es niño, continuamente1791: "Dicié el Pater Noster sobre muchas vegadas, / e el Credo in Deum con todas sus posadas". En Milagros se nos dice que en la ciudad de Bourges, departamento de Cher, Francia, existe una escuela monástica1792, en lo que se trata una amplificación de nuestro autor1793."Enna villa de Borges, una cibdat estraña, / .../ Tenié en essa villa, ca era menester, / un clérigo escuela de cantar e leer; / tenié muchos criados a letras aprender, / fijos de bonos omnes que querién más valer". Como podemos ver nuestro autor nos dice que en esta escuela se aprende a "cantar y leer", es decir se les instruye en todo lo necesario para ayudar a la liturgia, enseñándoles el conocimiento de las primeras letras y se les inicia en el canto litúrgico. Incluso se observa la posibilidad de ascender socialmente mediante la educación.
¿A qué edad se inicia este aprendizaje? A los siete años como se nos dice en Milagros1794: "Cuando vino el término, lo siet años passados, / .../ mandó'l poner a letras con maestro letrado".
En Duelo1795 se nos afirma la preponderancia de los maestros de Francia sobre los demás: "Que non renuncian todos los maestros de Francia". Hay que tener presente que la universidad de París es desde el punto de vista teológico una de las más importantes del mundo.
En Berceo aparecen clérigos analfabetos, como el ignorante de Milagros, pero nuestro autor, también nos indica, cómo los sacerdotes tienen una cierta cultura, ése es el caso del clérigo ladrón. Nos dice el escritor riojano 1796: "Assaz era el lego omne de mal sentido, / mas de peor el clérigo, que más avié leido". Otros poseerán una gran erudición, como es el caso de Muño, autor del Poema que sirvió como fuente para Santa Oria1797: "Muño era su nombre, omne fue bien letrado, / sopo bien su fazienda, él fizo el dictado".
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El mundo espiritual de Gonzalo de Berceo
Juan Antonio Ruiz Domínguez


Imagen:
Manuscript of the Apocalypse
Date: ca. 1330 

Made in Normandy, France
(Metropolitan)

jueves, 4 de julio de 2013

¡¡ riquísimos helados !!


[Eastman Kodak Advertisement: Teenager with Camera Making a Snapshot of her Friends Buying Ice Cream from a Neighborhood Good Humor Vendor]
Ralph Bartholomew Jr. (American, 1907–1985)
Date: 1946–52 (Metropolitan)

miércoles, 3 de julio de 2013

Pinturas murales de San Baudelio de Casillas de Berlanga (Soria)



 






Vincent van Gogh. La Berceuse


La Berceuse (Woman Rocking a Cradle; Augustine-Alix Pellicot Roulin, 1851–1930)
Vincent van Gogh (Dutch, Zundert 1853–1890 Auvers-sur-Oise)

"Los cipreses me preocupan siempre; quisiera hacer algo como las telas de los girasoles, porque me sorprende que nadie los haya hecho todavía como yo los veo. En cuanto a líneas y proporciones, es bello como un obelisco egipcio. Y el verde es de una calidad tan distinguida. Es una mancha negra en un paisaje lleno de sol; pero es una de las notas negras más interesantes, de las más difíciles de captar exactamente, que pueda imaginar." 
(De una carta del pintor a su hermano Theo)

Primera Crónica General


"Los cristianos acogieronse a la cabeça daquell otero, et estando allí todos llegados en uno, rogaron a Dios de todos sus coraçones, llorando mucho de los oios, faziendol priezes et rogandol que los non desamparasse, mas que los acorriesse en aquella priessa en que eran. Et ellos faziendo sus oraciones assi como dezimos, adurmiose el rey don Ramiro, et appareciol estonces en suennos el apostol sant Yague et dixol: «sepas que Nuestro Sennor Jhesu Cristo partio a todos los otros apostoles mios hermanos et a mi todas la otras prouincias de la tierra, et a mi solo dio a Espanna que la guardasse et la amparasse de manos de los enemigos de la fe». Pues que el apostol ouo dicho al rey don Ramiro estas palabras, allegose mas a ell, et tomol a la mano et apretogela yaquanto et dixol de cabo: «rey Ramiro, esfuerça en tu coraçon, et sey bien firme et fuerte en tus fechos, ca yo so Yague, el apostol de Jhesu Cristo et vengo a ti por ayudarte contra estos tus enemigos. Et sepas por uerdad que tu uençras cras en la mannana con el ayuda de Dios a todos estos moros que te agora tienen cercado. Et digote que tomaran y muerte muchos de los tuyos, a los que esta apareiada la gloria de dios et la su folgança que siempre durara. Et por que non dubdes nada en esto que te yo digo ueer medes cras andar y en la lid en un cauallo blanco con una senna blanca, et gran espada reluzient en la mano. Et uos luego por la grand mannana confessaruos edes de todos uuestros peccados muy bien, et recibredes el cuerpo et la sangre de Nuestro Sennor Dios et nuestro Saluador; et pues que esto ouieredes fecho, non dubdedes nada de yr ferir en la hueste de los barbaros, llamando `Dios, ayuda, et sant Yague!', ca ciertamientre sepas que todos los metredes a espada et los mataredes». Pues quel esto ouo dicho ell apostol fuesse delante del.

El rey don Ramiro desperto luego que el apostol se tiro delante, et fizo luego llamar los obispos et los abades et todos los altos omnes de su hueste, et dixoles aquella uision que uiera. Ellos quando lo oyeron, dieron gracias a Dios et alabaron el su nombre, et fizieron todo lo al assi como les era mandado del apostol, et fueron luego entrar en la fazienda et lidiar con los moros. Otrossi el apostol sant Yague fue y luego con ellos, assi como les el prometiera, et esforçaualos a la batalla, et firie el mismo muy de rezio en los moros, assi como a ellos semeiaua. Los cristianos, quando uieron a sant Yague, fueron muy esforçados, et fiando en el ayuda de Dios et del apostol sant Yague, començaron de ferir en los moros muy de rezio, dando grandes uozes et diziendo: «Dios, ayuda, et sant Yague!» Los moros fueron luego al ora uençudos; et murieron y bien LXX uezes mill dellos, assi como cuenta la estoria. Et los otros que escaparon, fuxieron todos los que pudieron foyr [. . .] Et desde aquel dia adelante ouieron et tomaron los cristianos en uso de dezir en las entradas de las faziendas et en los alcanços de los moros sus enemigos mortales: «Dios, ayuda, et sant Yague».

Primera Crónica General
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"Bazur, el Mago, levanta la oscuridad y la tormenta", Folio de una Shahnama (Libro de los Reyes) Abul Qasim Firdausi (935-1020)

Durante una batalla entre los iraníes y los turanios, un hechicero llamado Bazur (que se muestra aquí en una capa azul) se sube a la cima de una montaña y crea una tormenta de nieve que envuelve a las fuerzas iraníes. En la confusión que siguió, el ataque de los turanios causó grandes bajas.
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LUIS DE GÓNGORA (Cuando pitos flautas)


LUIS DE GÓNGORA (Cuando pitos flautas)
San Pedro penitente (detalle)

Juan de Ribera (Lo Spagnoletto) (España, Játiva 1591–1652 Nápoles, Italia)
Esta pintura, fuerza expresiva y de excepcional invención formal, representa San Pedro en el momento en el que - con los ojos enrojecidos por las lágrimas y las manos juntas en oración - que reconoce su negación de Cristo. Español de nacimiento, Ribera se trasladó a Italia cuando era un hombre joven y está documentado en Roma desde 1612. De inmediato se convirtió en uno de los seguidores más importantes e influyentes del estilo de Caravaggio. El arte de Ribera fue fundamental en el desarrollo de la pintura en Europa en el siglo XVII. Esta es una de sus primeras pinturas, que se menciona por primera vez en 1644 en la colección del cardenal Benedetto Monaldi Baldeschi en Roma.

Tratados de caballería


Tratados de caballería
Los nuevos soldados, los caballeros, son armados de acuerdo con unos ritos determinados y deben vivir según normas que pronto aparecen recogidas en los tratados de caballería.

El primero y más completo de estos tratados en la Península es el título 21 de la Segunda Partida de Alfonso X el Sabio, en el que se basarán autores como Ramón Llull en su Libre qui es de l'Ordre de cavallería o el infante don Juan Manuel, que dedica al tema los capítulos 18 y 19 del Libro del Cavallero et del Escudero.

Tanto Alfonso X como Llull buscan el precedente del caballero en el término latino miles que, según las Etimologías de San Isidoro, indicaba que era elegido entre mil.

Uno y otro hacen referencia a las virtudes del caballero (cardinales y teologales). a los conocimientos que necesita, a sus costumbres y habilidades, a su lealtad, a su conocimiento del caballo y de las armas, a definir quién puede armar caballero y con qué ceremonial, a explicar cómo deben vestir y hablar los caballeros y a definir su misión y el honor que les es debido.

De acuerdo con Llull, cuya obra cito siguiendo el estudio de Pere Bohigas. el caballero fue inicialmente el más noble entre mil, al que se dio el caballo. el animal más noble, las mejores armas y el señorío sobre los demás: las gentes aran, cavan y pasan trabajos para que la tierra dé frutos de los que vivan el caballero y sus animales. .

Los hijos de caballeros pueden serlo a su vez, pero antes deben aprender el oficio actuando de escuderos, de servidores de un caballero, cuya misión es mantener y defender la fe católica. contribuir a la gobernación de la tierra .... desempeñar oficios reales, mantener y defender a su señor, hacer cumplir la justicia, ejercitarse en las armas, mantener la tierra, defender a viudas, huérfanos y hombres desapoderados, tener castillo y caballos para guardar caminos y defender a los labradores, perseguir a los traidores y ladrones.

Lógicamente el caballero debe tener las cualidades físicas. requeridas por el ejercicio de las armas y las virtudes cristianas, así como valor, sabiduría, buen sentido, lealtad, misericordia, castidad y humildad.

A ellas cabe añadir la nobleza de sangre, aunque en circunstancias y por méritos excepcionales puede armarse caballeros a personas no pertenecientes a la nobleza.

El ceremonial, semejante, como luego veremos, al que se empleaba en la práctica, incluye una confesión previa de los pecados y la recepción de la eucaristía. La ceremonia debe tener lugar en fiestas que atraigan a muchos hombres y en la vigilia el escudero está obligado a ayunar y a velar en la iglesia.

Durante la misa el aspirante se ofrece al presbítero, como representante de Dios, y a la orden de la caballería y tras el sermón, el príncipe o el alto personaje que arma al nuevo caballero -necesita haber sido armado caballero él mismo con anterioridad, con la única excepción conocida del infante don Juan Manuel, según cuenta en el Libro de las armas- le ciñe la espada, le besa y le da un golpe en el hombro, después de lo cual el afortunado cabalga y se muestra ante la gente para que todos sepan que es caballero y que, en consecuencia, está obligado a defender el orden que ha recibido.

Las armas que recibe el caballero son símbolo de la nobleza de la caballería: la espada, en forma de cruz, significa que así como Cristo venció con la cruz, el caballero debe destruir a los enemigos de la cruz con la espada, símbolo de la justicia.

La lanza significa la verdad, la rectitud; y su hierro simboliza la fuerza que la verdad tiene sobre la falsedad. El pendón indica que la verdad se muestra a todos y que no tiene miedo del engaño; el casco es símbolo de la vergüenza: así como la vergüenza impide al caballero inclinarse a hechos viles, el casco defiende la cabeza, la parte más noble del hombre.

Las calzas de hierro que protegen pies y piernas recuerdan que el caballero debe tener seguros los caminos; el escudo que se interpone entre el caballero y su enemigo es símbolo de que el caballero está entre el rey y su pueblo ... y el simbolismo se extiende a las riendas, la gorguera, la maza, la silla, el caballo y su arnés ...

La última parte del tratado de Llull está dedicada al honor que conviene se haga al caballero, orden que es necesario reciban reyes, príncipes y señores de la tierra, porque si no tuviesen el honor que corresponde a caballero no merecen ser príncipes ni señores.

El caballero debe ser armado, porque es bueno y temido, porque es fuerte; alabado, porque es de buenos hechos; rogado, porque es privado y consejero de los reyes ...

Otros tratados, como el De Batalla, atribuido al canónigo barcelonés Pere Albert, el Sumari de Batalla a ultrança, de Pere Joan Ferre, o Lo Cavaller, de Ponç; de Menaguerra fijan las normas por las que han de regirse el riepto o duelo judicial, coincidiendo el primero en muchos puntos con el Fuero Real de Castilla; el segundo describe los preparativos del hecho de armas tenga éste o no base judicial, y el tercero es una reglamentación del torneo como pura manifestación de fuerza o de habilidad.

Imagen:
The Triumph of Fame; (reverse) Impresa of the Medici Family and Arms of the Medici and Tornabuoni Families
Giovanni di ser Giovanni Guidi (called Scheggia) (Italian, San Giovanni Valdarno 1406–1486 Florence)
Metropolitan

Reyes caballeros


Reyes caballeros
En las crónicas castellanas y catalanas de los siglos XIV-XV abundan los relatos sobre la armadura de caballeros, celebración de torneos y desafíos en los que, con frecuencia, los reyes son protagonistas -creación de órdenes especiales para distinguir a los caballeros más destacados- ... Ante la imposibilidad de recoger en un artículo de esta naturaleza todos estos hechos, centraremos nuestra atención en Alfonso XI de Castilla, el conde Ramón Berenguer de Barcelona y Pedro el Grande de Aragón.

Alfonso XI, considerado por muchos historiadores como el prototipo de rey enérgico que se opone a la nobleza, es, sin duda, un convencido de la superioridad de la nobleza y dentro de ésta de los caballeros para los que crea una nueva orden en la que sólo se admitiría a los más destacados.

Su coronación solemne coincide con su acceso a la caballería, pues, como dice su Crónica, porque este Rey era muy noble en el su cuerpo, tovo por bien de rescebir la honra de la coronación et otrosí honra de caballería: ca avía voluntat de facer mucho por honrar la corona de sus regnos.

Con su ejemplo arrastra a otros muchos y para todos se organizan fiestas sonadas en Burgos: allí se reciben los mejores paños del norte de Francia, de Flandes, de Inglaterra y de Italia, sin que falten las pieles de armiño; se preparan las espadas con adornos de oro y de plata y se comunica a los ricoshombres, infanzones e hidalgos del reino que el rey quería fazer a los más dellos caballeros et darles guisamiento de todo lo que oviesen menester para sus caballerías.

Y mientras los nobles preparan el viaje a Burgos, el rey acude a Santiago para hacerse armar caballero: como cualquier otro vela las armas en la iglesia compostelana, oye misa, ciñe sus armas y se hace dar el abrazo, la pescozada en el carriello por la imagen del apóstol Santiago que estaba encima del altar.

Armado caballero de esta forma, regresa a Burgos, donde se celebran grandes fiestas en su honor, en las que destacan los torneos y justas de los caballeros; los romeros que pasan en dirección a Santiago son interrogados y los caballeros invitados a combatir con caballos y armas facilitados por el rey; franceses, ingleses, alemanes y gascones compiten con los castellanos, a los que anima y da ejemplo personal el rey en Burgos y en las aldeas próximas, que también participan en la fiesta, pues cuando el Rey quería ir folgar algunas veces a las aldeas... mandaba que... le toviesen puesta la tabla para justar et que toviesen presto guisamiento de armas.

La fiesta de la coronación puede parecer al lector de hoy más próxima al fasto oriental de Las Mil y Una Noches que a la austeridad castellana: el monarca viste paños bordados de oro y plata adobados con aljofar, rubíes, zafiros y esmeraldas, y el caballo que monta tiene los arzones cubiertos de oro, plata y pedrería; de hilo de oro y plata son las faldas et las cuerdas de la siella.

Tras la coronación siguen las fiestas y los consabidos torneos caballerescos y un día más tarde se inicia la gran ceremonia de armar caballeros a 22 ricos hombres y cerca de un centenar de caballeros a los que Alfonso XI recibe en su palacio para comunicarles cómo tenía por bien que otro día rescebiesen del honra et caballería. acompañada de los regalos que el armador ofrece a los aspirantes: paños de oro y seda, espadas ...

Los aspirantes acuden en fila de dos precedidos de un escudero que lleva la espada; el rey está acompañado por sus guardas, tras los que se alinean quienes llevan las armas de estos caballeros noveles, pues la vela se hace sin armas, mientras que, por decisión del rey, la caballería se recibe armado de punta en blanco.

Los caballeros procederán un día más tarde a armar nuevos caballeros. Pedro Fernández armó a trece et dioles paños et armas y lo mismo hicieron Juan Alfonso de Alburquerque, Ruy Pérez Ponce y los demás miembros de la nobleza.

Ya antes de esta caballería múltiple había demostrado Alfonso XI sus condiciones caballerescas al crear la Orden de la Banda para incitar a sus súbditos a usar el menester de caballería; el nombre de la Orden procedía de la banda, ancha como la mano, que adornaba los vestidos de los miembros desde el hombro izquierdo hasta la falda; al recibir la banda el caballero juraba y prometía que guardase todas las cosas de caballería.

Estos caballeros serían los protagonistas de los torneos convocados por el rey para mantener en forma a sus nobles en época de paz faciendo torneos et poniendo tablas redondas et justando; en Valladolid combaten los caballeros de la Banda contra caballeros y. escuderos de la ventura.
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imagen:
Casco de finales del siglo XV
Este casco tradicionalmente se dice que ha sido el de Abu Abd Allah Muhammad, conocido en Occidente como Boabdil, el último rey nazarí de Granada (r. 1482 a 1483 y nuevamente desde 1487 hasta 1492). Si esto es así, es el único ejemplo conocido de la armadura de todo el periodo nazarí en España (1230-1492). El casco tiene la forma de una celada española típica de finales del siglo XV. Los recortes en los ojos, sin embargo, se inspiraron en los cascos islámicos. La extraordinaria riqueza decorativa, que incluye esmaltes cloisonné y diseños finamente labrados en pan de oro, tiene estrechos paralelismos con otros accesorios nazaríes espada y joyas. El hecho de que el recipiente se ha perforado para adaptarse a los esmaltes y está forrado con planchas remachadas para apoyarlos, sugiere que el casco se ha creado exclusivamente para uso ceremonial.(Metropolitan)

LOS ANGELES EN LA LITERATURA MEDIEVAL


LOS ANGELES EN LA LITERATURA MEDIEVAL
José Manuel Marín Ureña 
En El libro de los enxemplos concurren algunos relatos en los que ya se aprecia una tradición que establece no sólo un ángel custodio sino también un demonio individual, de modo que todo mortal se halla bajo la influencia constante del bien y el mal. Si el laconismo es la directriz seguida por la Biblia en la aportación de datos sobre los ángeles custodios, la figura de un diablo personal no obtiene ningún acercamiento. Sólo hay un comentario de San Pablo en el que cabría vislumbrar la existencia de esta entidad, aunque a veces se ha entendido que las palabras del apóstol ocultan una referencia a una enfermedad que sufría: “Y a fin de que por la grandeza de las revelaciones, no me levante sobre lo que soy, me ha sido clavado un aguijón en la carne, un ángel de Satanás que me abofetee, para que no me engría.” (2Cor., 12, 7). Lo que bíblicamente es un vacío, literariamente es una realidad. De este modo, en el ya aludido El libro de los enxemplos figura una narración en la que un monje llamado Geraldo goza de la virtud de poder visualizar el ángel bueno o el demonio que, en forma de estrella negra, acompaña a cada individuo (Sánchez de Vercial, 1860, 479). En esta historia no se plantea una cohabitación entre ángel y demonio sino la presencia de uno de ellos dependiendo de la conducta de la persona. Una simultaneidad que sí se manifiesta en el exemplum CCLXI, donde un hombre santo contempla a un monje rodeado de un diablo que va adoptando diversos aspectos femeninos y un ángel indignado por la indolencia del religioso en sus ocupaciones cristianas. Postula una posición intermedia a las dos situaciones vistas en los textos anteriormente comentados el relato CCLXV, en el que el ángel y el demonio cercan a la vez a un mortal pero con diferencias de proximidad de acuerdo con la fe demostrada por el individuo sobre el que concurren. Será en esta pequeña prosa la oración el condicionante que atrae al ángel hacia su protegido y aleja al demonio, aunque su poder se sostiene como amenaza constante.

Otro ámbito en el que el ángel comporta una importancia destacada es en los viajes de almas. Frecuentes eran las narraciones de combates que se entablaban por la posesión de las almas de los hombres entre diablos y personalidades de la corte divina. Con el fin de conseguir la salvación del mortal se devolvía el alma al cuerpo, pudiendo de esta forma realizar una penitencia. Serán habitualmente los ángeles los que se encarguen de transportar el alma al cuerpo promoviendo la resurrección de un individuo. En la Vida de Sanct Isidoro del Arcipreste de Talavera, una mujer relatará una vivencia personal de ultratumba al referir cómo su alma y la de su hijo fueron atrapadas por los demonios, pero el poder de la oración de San Isidoro liberó sus almas, siendo devueltas a sus cuerpos por la intercesión de una criatura celestial: “E vino luego un Ángel e tornónos a los cuerpos.” (Martínez de Toledo, 1962, 104).

En esta ligazón de los ángeles con las almas sobresale su especialización como psicopompos o guía de almas. Ya en la mitología grecolatina son varias las personalidades que desempeñan la labor de psicopompo. Por encima de todos, destaca la figura de Caronte y su barca, pero también Hermes tenía a su cargo el conducir a los infiernos las almas de los muertos que serían sometidas a juicio ante el tribunal de Minos, guiando de nuevo estas almas a la tierra, después de haber transcurrido mil años desde que les sorprendiera la muerte, para introducirlas en cuerpos nuevos (Humbert, 1990, 67). Orfeo se convierte por breve espacio de tiempo en guía de almas al acompañar a su Eurídice en su salida de los infiernos, mas su ansiedad lo hará fracasar. La asociación de esta tarea de conductor de almas a los ángeles no es algo innovador, pues puede verificarse en la misma Biblia. En el episodio del rico Epulón y Lázaro, este último es transportado por los ángeles al morir a los brazos de Abraham: “Y sucedió que el pobre murió, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán.” (Luc., 16, 22). Conocemos también a través de las Sagradas Escrituras que el Arcángel Miguel está al cuidado de las almas de los difuntos y es él quien las pasará el día del Juicio Final separando a los elegidos y a los réprobos.

Son numerosos los testimonios literarios medievales que nos muestran a los ángeles orientando a las almas en su andadura hacia el empíreo, mas hay un sector sobre el que siempre se resalta este hecho con la pretensión de glorificar sus personalidades, los santos. Las obras hagiográficas medievales configuran como tópico constructivo la revelación de la ascensión del alma de los santos cuando fenecen. Así, podemos leer cómo los ángeles van recogiendo las almas de estos bienaventurados en la Vida de San Isidoro (Martínez de Toledo, 1962, 152), la Vida de Santo Domingo de Silos (Berceo, 1992, 131), el Poema de Santa Oria (Berceo, 1992, 188) o la Vida de San Millán de la Cogolla (Berceo, 1967, 131), aunque en la Vida de San Ildefonso será la virgen la que traslade al alma (Martínez de Toledo, 1962, 60).
[...]
Estelas de los ángeles celestiales en la literatura medieval española
José Manuel Marín Ureña (2004)


( Demonio desnudo rodeado por una serpiente, tras el Juicio Final de Miguel Ángel, y otros estudios. Giovanni Ambrogio Figino (italiano, Milan Milan 1548-1608))

VIGILANDO EL VALLE DE MANZANEDO (Burgos)


VIGILANDO EL VALLE DE MANZANEDO (Burgos)
Libro de bitácora.
26, agosto
16,45 – San Miguel de Cornezuelo, en obras y con andamios, podemos entrar al interior, también con andamios, melón en la escalera que sube a la torre.
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Quizá lo menos admirado de esta iglesia románica sea su torre. Sin embargo nos llamó la atención, y de ahí el título del post, "Vigilando....", el busto que culmina la torre bajo la cruz. Seguramente este vigía fue entronizado una vez construida la torre, y por su tosca factura pudiera ser algún resto románico del complejo religioso.

Condes de Barcelona


Condes de Barcelona

También entre los condes de Barcelona-reyes de Aragón abundan los personajes caballerescos como el buen conde que recibe Provenza en pago de sus virtudes, o como Pedro el Grande, que no duda en arriesgar sus conquistas y su propia seguridad para dejar a salvo su honor de caballero.

Bernat Desclot en su crónica o Llibre del rei en Pere, mezclando diversas leyendas, atribuye a un conde de Barcelona innominado, pero que pudiera ser Ramón Berenguer IV, un viaje a Alemania para salvar el honor de la emperatriz, acusada de haberse enamorado de un caballero de la corte y sospechosa de haber llevado su amor hasta límites no permitidos.

Los acusadores se ofrecieron a defender su declaración en el campo del honor en el plazo de un año y un día, fecha en la que combatirían de dos en dos contra quien osara defender a la emperatriz; si ésta no encontrara defensores o si sus campeones fueran derrotados, la dama sería quemada ante todo el pueblo.

Olvidando sus deberes y los favores recibidos de la emperatriz, los caballeros alemanes se desentendieron del asunto y tan sólo un juglar tomó la defensa de la dama exponiendo su triste situación en las cortes europeas hasta llegar a la noble ciudad de Barcelona, donde fue recibido por el conde, que se apresuró a reunir a sus nobles para comunicarles su deseo de ir a Alemania acompañado tan solo de un caballero.

Las protestas y los ofrecimientos de los catalanes, que se mostraron dispuestos a secundar a su conde en número de quinientos o mil, no sirvieron de nada: el conde iría acompañado de un noble y de diez escuderos, porque, dispuesto a llevar a cabo la hazaña, quería hacerlo con humildad, no quería ser conocido.

Ante el emperador se presentó como un caballero de España, deseoso de salvar el honor de la emperatriz siempre que antes se le permitiese hablar con ella, que yo sabré por sus palabras si dice verdad; si es culpable, no combatiré por ella, mas si conozco que dice verdad mi compañero y yo combatiremos contra otros dos caballeros alemanes, los que quieran.

Tras la conversación, en la que se comprometió a honrar la caballería que he recibido, se ofreció a combatir él solo contra dos caballeros, de uno en uno, por haber huido el noble provenzal que le había acompañado desde Barcelona. Muerto el primer retador, el segundo se negó a combatir y confesó que había acusado a la emperatriz por envidia y mala voluntad.

Cumplida su misión caballeresca, el conde volvió a Barcelona y hasta allí llegó la emperatriz, enviada por el emperador, para rogarle tornase a la corte alemana a recibir el galardón obtenido en buena lid: la tierra y el título de marqués de Provenza.

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El triunfo de la Fama (detalle)
Fecha: ca. 1502-4
Flamenco, probablemente Bruselas
Metropolitan
Uno de los tapices del Renacimiento mejores que ha aparecido en el mercado en el siglo XX, esta pieza es extraordinaria por su condición, color y composición armoniosa. Fama está leyendo en un atril, rodeado de escritores inmortalizados por sus obras. Su triunfo sobre la muerte es representada por las tres Parcas bajo sus pies, mientras que arriba, Atropos, el futuro que corta el hilo de la vida, aparece de nuevo, volando hacia la boca del infierno. A continuación, una rica alfombra de flores, algunos en flor, algunos han ido a semilla-se hace eco del tema de la mortalidad, y el orbe la mano de la Fama en, coronada con una cruz, coloca el tema en un contexto claramente cristiano. Basado en parte en el poema I Trionfi de Petrarca, el tapiz pertenecía a un grupo de seis que representan los triunfos del amor, la castidad, la muerte, la fama, la hora y la religión. El juego es el primer tratamiento conocido del tema en el tapiz. Documentado en una colección ducal española a finales del siglo XIX, el tapiz se corresponde exactamente con uno en un juego comprado en 1504 por Isabel, reina de Castilla y Aragón.

Los motivos del lobo. Rubén Darío


Rubén Darío
Los motivos del lobo
[...]
Francisco de Asís se puso severo. 
Se fue a la montaña 
a buscar al falso lobo carnicero. 
Y junto a su cueva halló a la alimaña. 
?En nombre del Padre del sacro universo, 
conjúrote ?dijo?, ¡oh lobo perverso!, 
a que me respondas: ¿Por qué has vuelto al mal?
Contesta. Te escucho.
Como en sorda lucha, habló el animal,
la boca espumosa y el ojo fatal:
?Hermano Francisco, no te acerques mucho...
Yo estaba tranquilo allá en el convento;
al pueblo salía,
y si algo me daban estaba contento
y manso comía.
Mas empecé a ver que en todas las casas
estaban la Envidia, la Saña, la Ira,
y en todos los rostros ardían las brasas
de odio, de lujuria, de infamia y mentira.
Hermanos a hermanos hacían la guerra,
perdían los débiles, ganaban los malos,
hembra y macho eran como perro y perra,
y un buen día todos me dieron de palos.
Me vieron humilde, lamía las manos
y los pies. Seguía tus sagradas leyes,
todas las criaturas eran mis hermanos:
los hermanos hombres, los hermanos bueyes,
hermanas estrellas y hermanos gusanos.
Y así, me apalearon y me echaron fuera.
Y su risa fue como un agua hirviente,
y entre mis entrañas revivió la fiera,
y me sentí lobo malo de repente;
mas siempre mejor que esa mala gente.
y recomencé a luchar aquí,
a me defender y a me alimentar.
Como el oso hace, como el jabalí,
que para vivir tienen que matar.
Déjame en el monte, déjame en el risco,
déjame existir en mi libertad,
vete a tu convento, hermano Francisco,
sigue tu camino y tu santidad.
...

Wolf y Fox Hunt
Peter Paul Rubens y taller (flamenco, Siegen 1577-1640 Amberes)
Fecha: ca. 1616
Metropolitan

Estelas de los ángeles celestiales en la literatura medieval española


Los escritores medievales, aunque no con la profusión que impregna a la figura del diablo, han sabido trabajar la imagen del ángel otorgándole un estatuto literario destacado, si bien partiendo siempre de unos parámetros teleológicos bíblicos. De este modo, son tres las dimensiones funcionales del ángel que la literatura medieval va a abordar esencialmente:
1) El ángel mensajero.
2) El ángel auxiliador.
3) El ángel portador de almas.
La conceptuación del ángel en calidad de mensajero supone adentrarnos en la misión más arquetípica y tópica de estos seres alados que, como es bien sabido, se cimenta en la propia etimología del término ángel. El ángel, consecuentemente, es el medio por el que Dios transmite sus designios a los mortales, salvando la imposibilidad de un encuentro directo entre el Todo y la nada que abocaría a una disolución de ésta última. La labor de los ángeles como mensajeros está fuertemente atestiguada en diversas producciones medievales. La búsqueda de San Pelayo en el Poema de Fernán González se ejecutará gracias a la noticia de un ángel (Anónimo, 1970, 35). Se plasma aquí uno de los principales contenidos o cometidos de los mensajes de los espíritus divinos, a saber, el impulsar a un sujeto o una colectividad a un viaje o recorrido que los conduzca a otro lugar por algún motivo determinado. Semejante objetivo tiene la aparición del arcángel San Gabriel, que es además el mensajero por antonomasia, al Cid mientras sueña impulsándolo a que se marche de las tierras en las que se encuentra (Anónimo, 1990, 151). En el relato CCCLIII de El libro de los enxemplos, un ángel comunica a un santo que, si desea conocer un modelo de mujer pura, se dirija a un convento que él le indica. El propósito de inducción al viaje del mensaje del ángel cobra grandes dimensiones en el Libro de Apolonio, puesto que no sólo multiplica los destinos a los que debe ir Apolonio, Éfeso y Tarso, sino que adopta la técnica bíblica de propuesta de un espacio donde, una vez que el receptor de la voz angélica ha arribado, se deben esperar nuevas instrucciones[10].

Otra vertiente muy atendida en las misivas de los ángeles es la revelación a una mujer de su condición de encinta. Ésta es la revelación que un ángel ardiente descubre a la duquesa Beatriz en La gran conquista de Ultramar (Anónimo, 1979, 169), información que la entidad supraterrenal acompaña de un breve relato sobre la futura vida de la niña que vendrá al mundo. Este hecho parece entrar en contradicción con uno de los preceptos expuestos por Santo Tomás en su Tratado de los ángeles en cuanto al conocimiento de los sucesos futuros por parte de los ángeles: “[...] el entendimiento del ángel, como, por lo demás, cualquier otro entendimiento creado, no alcanza a igualarse con la eternidad divina, y, por consiguiente, no hay entendimiento creado que pueda conocer los futuros tal como son en sí mismos.” (1959, 731). No obstante, Juan de Mena no dudaba en calificar a la Providencia como “Angélica imagen [...]” (1989, 216) en el Laberinto de Fortuna.

Aunque no es habitual en los enviados divinos ya que la revelación fina en el límite en el que el misterio pervive, el ángel que se aparece a Beatriz en La gran conquista de Ultramar no propone ninguna objeción cuando la duquesa ansía conocer cuál es el linaje del Caballero del Cisne. Resultado similar obtiene la exigencia de un hombre que no se levantará hasta haber recibido una explicación de por qué un buen religioso ha sido muerto por un animal en una celda mientras que un malvado rico es enterrado con grandes honores, según nos cuenta El libro de los enxemplos (Sánchez de Vercial, 1860, 456). Estas historias abren la puerta a una variación en la significación de los mensajes angélicos que se orienta hacia una vía en la que la información de lo comunicado no interesa como fin en sí mismo sino como conducto a través del cual se aclara un enigma informativo externo, esto es, el contenido de la transmisión del ángel no es sino la traducción verbal de un acontecimiento oscuro que debe ser descifrado para su comprensión. En suma, el ángel actúa como intérprete de una visión encriptada[11], lo cual favorece la utilización en esta modalidad de relatos de la alegoría como procedimiento que sirve para la articulación de la escena que desde la perspectiva humana se muestra inaprehensible. En El libro de los enxemplos el alma de un hombre observa con ignorancia el paisaje de un valle negro envuelto en tinieblas con cuatro fuegos. Serán los ángeles quienes iluminen el pensamiento del mortal al dilucidar que el valle no es sino nuestro mundo, y las llamas, una representación de los cuatro pecados que destruyen el mundo: mentira, codicia, discordia y crueldad (Sánchez de Vercial, 1860, 507). En la narración CCCXCV del ejemplario que acabamos de citar, un religioso que es conducido al infierno necesita las palabras de un ángel para entender el sistema de tortura que contempla.
[...]
Estelas de los ángeles celestiales en la literatura medieval española
José Manuel Marín Ureña

LA CASTIDAD Y EL UNICORNIO


LA CASTIDAD Y EL UNICORNIO

La docella virtuosa: la castidad que prolonga la inocencia

En uno de los múltiples Bestiarios que se escribieron durante los siglos medievales, el autor alaba al león, fiero, fuerte y temible, pero a la vez regio y justo, un animal noble, con un sentido moral tan desarrollado que no le permite atacar a los inocentes, incluidos los niños 82.
Algunos de los animales inusuales por exóticos o inventados que nutrieron la fauna fantástica medieval estuvieron dotados de un especial instinto para detectar la pureza allí donde realmente se hallaba y ninguno fue tan sensible a la castidad como el unicornio. Los diferentes Bestiarios se hacen eco del poder que la doncella ejerce sobre este animal pequeño, rápido y astuto, al que los cazadores no pueden atrapar si no es valiéndose de una treta:

Envían a su encuentro una pura doncella revestida de una túnica. Y el unicornio salta al regazo de la doncella,. ella lo amansa y él la sigue 83.

Existen versiones que facilitan más detalles:

Traen a una joven doncella, pura y casta, a la que se dirige el animal cuando la ve, lanzándose sobre ella. Entonces la joven le ofrece sus senos, y el animal comienza a mamar de los pechos de la doncella, y a conducirse familiarmente con ella. La muchacha entonces, mientras sigue sentada tranquilamente, alarga la mano y aferra el cuerno que el animal lleva en la frente; en este momento llegan los cazadores, atrapan la bestia y la conducen ante el rey 84.
Con el transcurso del tiempo se averigua que basta con que la doncella le enseñe un pecho 85, porque lo que realmente ejerce una atracción fatídica sobre el animal es el dulce aroma que desprende la virginidad femenina, que produce al unicornio tal deleite que le lleva a sumirse en el sueño 86.
Resulta imposible engañar al fantástico animal:

Y si la doncella no es virgen, el unicornio se cuida de reclinarse en su regazo; al contrario, mata a la joven corrupta e impura 87.

El tema de la doncella y el unicornio fascinó durante el siglo XV, baste decir al respecto que sólo en el museo Cluny de París se conservan seis tapices, tejidos todos en torno a 1480, que representan a la hermosa pareja.
Como si de unicornios se tratara a los varones cultos bajomedievales, y especialmente a los eclesiásticos, les sedujo el olor de la virginidad que desprendía la doncella virtuosa. Una doncella a la que nombro en singular porque es más el sueño de perfección femenina diseñado por un determinado grupo de hombres que una mujer de carne y hueso; un ideal que no fue neutro porque generó un modelo que se trató de imponer durante siglos 88.
La doncella virtuosa, una virgen que suele ser mayor de doce años 89, se convierte en el patrón de la excelencia para todas las mujeres que no conocen varón. Su estado es el más perfecto al que se puede aspirar, superior al de la viuda, que ha mantenido relaciones sexuales aunque después viva en loable continencia, y muy superior al de la casadas. Pues si bien se admite que la castidad es una virtud del alma y la integridad corporal resulta secundaria en su definición, lo cierto es que se establece una jerarquía interna por la cual la castidad de la virgen tiene doble valor que la de la viuda y triple que la de la casada 91.
Algunos de los moralistas y predicadores que transmitieron este ideal femenino fueron conscientes de que no era fácil acceder al mismo desde determinados grupos sociales 92, ya que las posibilidades de ajustarse al molde perfecto disminuían en la medida en que la joven estaba inserta en el mundo 93.
Sí, el mundo era el gran enemigo de la doncella, aquel que con sus vanidades y tentaciones podía dar al traste con su inocencia y castidad y acarrear todo tipo de desgracias. Dina, la hija de Jacob y de Lía, que por curiosidad salió de su casa para observar a las mujeres de su nuevo país, que despertó la pasión del hijo del rey, que la raptó y ofendió a su familia provocando la guerra, se convierte en un personaje que se extrae del Génesis periódicamente para recordar a las jóvenes lo que puede sobrevenir si no se mantienen quietas. La doncella debe estar custodiada, enclaustrada y moverse lo imprescindible, una tradición que se remonta a los primeros siglos del cristianismo y que encuentra uno de sus más claros exponentes en San Jerónimo, el cual clama enérgicamente contra las vírgenes viajeras 94. Si la doncella que se deja ver se convierte en objeto de deseo aun contra su voluntad, ¿qué puede decirse de las muchachas que salen de casa exhibiéndose, vestidas suntuosamente y maquilladas? Puede decirse mucho y nada bueno, porque la verdadera belleza no es hija de arreglos y afeites, no es el fruto de enmendar la plana a Dios modificando todo lo modificable, desde el arco de las cejas hasta la estatura, sino el resplandor de la pureza del alma que se percibe a través del cuerpo 95. Ni siquiera es necesario salir del todo a la calle para contaminarse y la doncella virtuosa, consciente del riesgo, evita los huecos como puertas y ventanas por los que se deja ver su hermosura y penetra la lujuria.
Cuando tiene que pisar el exterior, cuestión insoslayable si se trata de acudir al templo, la joven virtuosa camina a pasitos regulares y huidizos, con la mirada baja y la vista fija en el suelo; todo su aspecto debe proclamar su inaccesibilidad. La modestia de sus gestos contrarresta el peligro de la salida dificultando los contactos con los varones, porque además de esquiva, la doncella es taciturna. La joven virginal sabe que las mejores palabras de mujer son las no dichas, de manera que guarda en su corazón los vocablos y se limita a hacer las preguntas imprescindibles y a dar breves respuestas cuando es interrogada 96.
Parca en palabras y gestos, la silenciosa doncella apenas separa los miembros de su cuerpo y cuando sonríe lo hace de manera que no se ven sus dientes, porque si una dulce sonrisa es hermosa e inevitable, la risa y más la carcajada resultan inadmisibles, incompatibles con su castidad y su prudencia 97. Pues todo lo que se desparrama sin orden ni concierto, desde el cabello 98 hasta la risa, puede ser interpretado como disponibilidad sexual 99.
El blando pecho de la joven modélica, pronto a transirse de dolor ante la desdicha ajena, encontrará un cauce adecuado para dar salida a su sensibilidad exquisita en las obras de caridad que los varones cualificados para el caso pongan a su disposición, porque también las obras de misericordia y la práctica de la limosna han de estar controladas, ya que el exceso o la extravagancia en el ejercicio de las mismas podrían causar escándalo 100.
Si el mundo constituye el primer enemigo para la virtud de la doncella, tampoco el ocio se queda a la zaga. El tiempo libre, que ya se vió que en nada beneficiaba a la infancia, tampoco favorecía a la doncella, que, inactiva, podía invertirlo en ensoñaciones y fantasías perniciosas alimentadas, si era letrada, por lecturas viles, como las novelas de caballerías, auténtica «salsa para pecar» 101. Para evitar la inercia y el peligro que en ella se esconde nada mejor que el trabajo apropiado: hilar, coser, tejer, bordar... tareas lícitas que, mejor realizadas en solitario, mantienen ocupadas las manos y el pensamiento 102. Desde la infancia la niña había de ser iniciada en la labor de hilado que le acompañaría durante toda su vida, pues como dice Eiximenis, la mujer que no hila sabe bien el hombre por lo que es tenida, y más, las hembras públicas aparecen definidas en su obra como las que no hilan, que están en el burdel 103. Centenares de imágenes medievales dejan constancia de mujeres de todas las edades dedicadas a hacer labores y no es casual que en la cuentística tradicional el hilado y sus instrumentos cobren protagonismo, como tampoco lo es que Aurora, la Bella Durmiente, una doncella noble y virtuosa, cayera en su profundo sueño tras pincharse con el huso.
En el tránsito a la Modernidad, la doncella aparece erguida dignamente sobre el mundo al que desprecia, en una de sus manos sostiene la Biblia abierta por el Magnificat, imitadora de María, mientras que en la otra mano, laboriosa, porta el huso; sus pies están encadenados y su boca sellada mediante candado. La candela de su pecho proclama su fidelidad y el yugo sobre su cabeza, la sujeción y docilidad; una cofia blanca habla de su pudor y mientras su corazón se abre por la caridad, su talle permanece cerrado por el casto ceñidor y acorazado por su honestidad. Para rematar la imagen, junto a ella, el símbolo parlante de la escoba recuerda a quienes la contemplan su humildad 104.
Fernando de Rojas se burla cruelmente de Pleberio y Alisa, desatentos en su tarea de custodia paterna y profundamente egoistas, que viven convencidos de que tienen en casa un tesoro semejante a éste en Melibea, su «guardada hija».
El modelo quedó establecido, cada vez más depurado, fijo y permanente, como si los avatares de la Historia poco o nada tuvieran que ver con la inalterable doncella. Una y mil veces, las muchachas de toda condición podían escuchar por boca de los predica­dores las excelencias a las que estaban llamadas y a las que debían aspirar. Pues aunque las sirvientas, las artesanas y campesinas no partieran de la mejor situación para acceder a tanta gloria, los varones se autoimponían el costoso deber de procurar mantener a las frágiles mujeres en los senderos del pudor y de la castidad, tan queridos por Dios 105.
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ELEMENTOS PARA UNA HISTORIA DE LA INFANCIA Y
DE LA JUVENTUD A FINALES DE LA EDAD MEDIA
María del Carmen García Herrero
(Universidad de Zaragoza)
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El unicornio es asesinado y llevado al Castillo (de las tapicerías del unicornio)
Fecha: 1495-1505
Sur Netherlandish
Urdimbre de lana con lana, seda, plata y tramas doradas
Metropolitan