viernes, 29 de enero de 2010

Trobadores en la corte de Alfonso VIII


Specialists in medieval history and culture celebrate Alfonso VIII de Castilla (1155-1214)3 for his many achievements and enterprises, both political and cultural. Alfonso's armies seized the provinces of Alava and Guipúzcoa from the kingdom of Navarra between 1198 and 1200, and revitalized the Reconquista by defeating the Almohad Empire in the decisive battle of Las Navas de Tolosa in 1212. Alfonso also accomplished some impressive diplomatic triumphs: he engineered the definitive union of the kingdoms of Castilla and León, and played a decisive role in the peace and prosperity of the Christian regions of Western and Central Iberia. In addition to these political achievements, Alfonso's reign saw many cultural advancements as well. The twelfth-century Renaissance reached Castilla during Alfonso's rule (José Angel García de Cortázar 167): circa 1212, Alfonso founded the Peninsula's first university in Palencia (Amaia Arizaleta 214; Adeline Rucquoi). He also encouraged his subjects to adopt the new Gothic style in architecture (Clementina Julia Aras Gil 21) by building the royal pantheon at Las Huelgas in Burgos, and the palace of Galiana in Toledo. In addition, Alfonso promoted Roman law (García de Cortázar 169), and minted the first Christian golden currency —the gold maravedí— on the peninsula (171), imitating the famous and prestigious Almoravid dinar to prove his own political and economical status. Alfonso also pursued an international policy that made his name famous from Portugal and Aragón to the lands of the Holy Roman Empire building family alliances with the most powerful dynasties of his time, the Plantagenets of England and the Hohenstaufen of the Holy Roman Empire (Martínez Diez, Alfonso VIII 43-47).
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lunes, 25 de enero de 2010

El Sacrificio de la Misa de Berceo


Según Mariateresa Fumagalli Beonio Brocchieri (citada en Le Goff, Medieval 19), el intelectual, tal como se concibe actualmente, no existía en la Edad Media, y por tanto no había ningún término para calificarle. Lo que actualmente se concibe como un intelectual era, en aquel entonces, aquel hombre educado, con conocimientos del latín, que trabajaba con la palabra y con la mente, y no con las manos. Así pues, dentro de esta categoría se clasificaban los maestros, doctores, filósofos y literatos.
Este tipo de individuo pertenecía a la clerecía, la cual Giovanni Miccoli divide en tres grupos: legos, sacerdotes y monjes, ninguno de ellos libre de pecado (Le Goff, Medieval 20). El intelectual por lo tanto disfrutaba de los privilegios de la membresía clerical, sin necesidad de sujetarse a sus responsabilidades, aun cuando perteneciese a las órdenes menores de la Iglesia. Estos clérigos no se aislaban, sino que estudiaban, enseñaban y trabajaban. Según Francisco Rico estos eran clérigos "con el pie en el suelo y el ojo en el cielo" (7). Esto hizo que el clérigo se integrara a su entorno laico, el cual se vería reflejado en la literatura que producía.
La diferencia en la jerarquía eclesiástica repercutía, claro está, en el grado de educación del individuo, y por ello la accesibilidad de información era mayor para el monje, el grado más alto de educación entre los clérigos, puesto que su categoría le daba derecho a educarse mejor. El sistema educativo del monje estaba basado en la contemplación de Dios y en el profundo entendimiento de su palabra a través de la reiterada lectura de la Biblia. La presencia de la literatura pagana en los programas académicos se justificaba con el aporte que ésta significaba a la formación lingüística y literaria de los clérigos (Le Goff, Medieval 68).
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http://www.vallenajerilla.com/berceo/rieraescuer/sacrificiodelamisaberceo.htm

domingo, 10 de enero de 2010

Mester es sin pecado, ca es de clerecia


Desde hace ya mucho tiempo constituye un verdadero lugar común en la crítica hablar de la doble acepción de la palabra clerecía para abordar el tema de las relaciones que el mester mantiene con la posesión del saber. En su Introducción a la literatura medieval española hacía López Estrada, incluso, una división de orden interno para la palabra clérigo, distinguiendo entre el universitario (movido por un fundamento de orden intelectualista, ejercitado en la escolástica como método de enseñanza, y usuario del latín como lengua eficiente para la comunicación de los saberes) y el humanista (en sentido restringido de la palabra: cultiva una incipiente ideología con base en la retórica, entiende la vida bajo un signo de aristocracia intelectual y valora el latín como la lengua más hermosa en sus valores formales y, por consiguiente, la lengua artística empleada por unos pocos elegidos) (1974: 81). En su famoso artículo sobre "las palabras y el concepto" de la etiqueta mester de clerecía escribiría años más tarde:

Creo que conviene volver al uso de la expresión con valor general y amplio, atendiendo siempre con cuidado al caso en que denota clérigo y clerecía en una significación específica en relación con la Iglesia y diferenciándolo con el caso en que puede tener la otra significación amplia, que sobrepasa un sentido eclesiástico exclusivo (1977-78: 172).

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http://www.vallenajerilla.com/berceo/garciaunica/mesteressinpecado.htm