miércoles, 23 de marzo de 2011

el Libro de Alexandre



Entre las historias legendarias que, de manera temprana, se ligaron a la biografía ficticia del célebre conquistador macedonio se encuentra la del encierro, en los Montes Caspios, de las tribus malditas de Gog y Magog; dos pueblos cuyo origen y existencia aún resultan un misterio, pero que en los textos sagrados aparecen como la antípoda del Bien y no sólo eso, sino como el castigo que, en el fin de los tiempos, Dios impondrá a los mortales. En este escrito, trataré de revelar algunas fuentes que relacionan a estos seres aberrantes con Alejandro Magno; así como ciertas manifestaciones y funciones de la leyenda en la literatura medieval, tomando en cuenta su aparición en textos tan relevantes para este periodo como el Alexandre hispánico y el anglonormando Livre des Merveilles du Monde de Jean de Mandeville.
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http://www.bibliotecagonzalodeberceo.com/berceo/altamirano/gogmagogalexandre.htm

domingo, 13 de marzo de 2011

Una eternidad


Las tumbas de los faraones egípcios, los manuscritos de Qumram, y hasta los escritos del venerable Veda parece que estén a un paso de la primera década del siglo XXI;la historia distorsiona los hechos, los aproxima o los retrae, y hasta muchas veces los reescribe.Esta avalancha de información y la velocidad con la que nos cae encima, nos impide procesar y generar un sistema estable que dé estabilidad y seguridad a nuestro yo. Pasamos del reino de las tabletas de Apple, con fundas en todos los colores,conexiones HDMI,de aluminio pulido,teclados inalámbricos y, naturalmente, todas las funciones del iPad,... a las tabletas de hace cincuenta años, enmarcadas en madera,con versiones en metal pintado, y las más comunes, acabadas en piedra gris o negra.., eran nuestras pizarras, en las que aprendimos a escribir,y cuyo teclado,naturalmente inalámbrico,pergeñaba con tiza (el pizarrín) los primeros signos de nuestras mentes infantiles. Sin duda el tiempo vital era más lento, las tardes eran interminables, los recreos y las clases de aritmética una eternidad, incluso,hasta el tic-tac del reloj de la mesilla de la abuela aplacaba su ritmo en las siestas. Pero esta es otra historia.