domingo, 27 de noviembre de 2011

'Cristo yacente' de Gregorio Fernández

Durante el verano del 2010, en un periplo por el románico burgalés, acabe recalando en el Monasterio de Santa Clara de Medina de Pomar; tan bien nos atendieron, y tantas molestias se tomaron, el guía, José Ramón, y otra persona dedicada al control del museo monacal, que les prometimos en agradecimiento un PPS de su magnífico 'cristo yacente', obra de Gregorio Fernández, que hiciera justicia y propaganda (más?) de esta obra cumbre de la imaginería castellana .


¡Aquí está!

viernes, 18 de noviembre de 2011

Memoria, mito y realidad en la Historia Medieval


Si no en todos, en la mayoría de los pueblos circulan leyendas que hablan de la igualdad original, de la democracia primitiva como algo preexistente y añorado en los tiempos actuales, siempre peores: Cualquier tiempo pasado fue mejor podría ser el punto de partida de quienes defienden la democracia original de su pueblo, país o nación; la mejor ilustración puede verse en el estudio de Caro Baroja que nos puede servir para definir el carácter mítico de los pueblos y, al mismo tiempo, para ver la creación y evolución del mito.

Todo lo que sea hablar de carácter nacional es una actividad mítica; es decir, que el que habla o charla se ajusta a una tradición, más o menos elaborada, sin base que pueda apoyarse en hechos científicamente observados y observables, tradición que tiende a explicar algo de modo popular y que de hecho cambia más de lo que se cree o dice. El mito es favorable o desfavorable, según quien lo elabora o lo utiliza, y puede degenerar en verdadera manía. No es verdad ni mentira. Es reflejo de una posición pasional frente a posiciones consideradas buenas o malas, para el que las utiliza 1.
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http://www.bibliotecagonzalodeberceo.com/berceo/jlmartin/realidadmitodemocraciasoriginales.htm

domingo, 13 de noviembre de 2011

medievalismo

La Edad Media, por lo tanto, se había convertido en una época a la que muchos se asomaban, pues veían en ella numerosos elementos positivos, ya fueran de índole intelectual, de naturaleza política o de carácter religioso. Pensemos, por ejemplo, en el atractivo suscitado por los tiempos medievales en un país como la Gran Bretaña, nación que había logrado un excepcional poderío en el siglo xix llegando a convertirse en la primera potencia mundial de aquella época. Pues bien, los británicos, orgullosos de sus espectaculares logros, volvían su mirada hacia el Medievo para intentar conocer sus raíces, ya fueran éstas el «common law», la Carta Magna o el nacimiento del Parlamento, tres conquistas fundamentales de aquellos siglos lejanos. Gracias a esos cimientos los británicos, al menos así lo pensaban, ofrecían al resto del mundo unas instituciones modélicas, a la par que expresivas de un clima de libertad del que carecían otros muchos países. Paralelamente la Edad Media se convirtió en Francia en el campo de discusión entre las fuerzas reaccionarias y las progresistas. Para los reaccionarios el Medievo conoció, entre otros aspectos, la época dorada de la alianza entre el trono y el altar. Los progresistas, por su parte, veían en el Medievo el inicio de los movimientos populares, o si se quiere el punto de partida de una conciencia de clase, De esos movimientos cabía recordar a las comunas, término utilizado en 1870 por los revolucionarios parisinos.

martes, 8 de noviembre de 2011

'los signos que aparecerán antes del Juicio'

Tradicionalmente se le ha dado a este texto una interpretación de “catequesis del terror”, de apocalíptica que busca la conversión o la destrucción de infieles o herejes (hay quien habla de apoyo a una naciente Inquisición) o de un eco más o menos difuso de ideas “milenaristas”.
De acuerdo con la distribución que el autor hace de las 77 estrofas de su obra, pienso, por el contrario, que estamos ante una inteligente y bien construida catequesis, una magnifica “instrucción pastoral” sobre ese “novísimo”, tan bien pintado y esculpido por el arte Gótico—e incluso por el Renacimiento—, que es el Juicio final.
Leído el texto sin prejuicios se ve que su objetivo no sería otro que el fomentar en el lector u oyente, fiel cristiano, un saludable “santo temor de Dios”, acicate poderoso de la estricta observancia de la Ley Divina, el Decálogo—la formulación más sencilla y clara de la Ley Natural—, y mina “inexhaurible”, inagotable de benéficas “obras de misericordia”.

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martes, 1 de noviembre de 2011

Nájera, corte medieval



García de Andóin en el libro "El Canciller Ayala, su obra y su tiempo 1332-1407" desmenuza la 'biografía' de Pedro López de Ayala; alavés, poeta y estadista en la corte castellana, abandona a Pedro I y se pasa al bando trastamarista durante la guerra civil en Castilla. Así cuenta el jesuita García de Andóin una de las escaramuzas de la que el Canciller fue actor y pieza importante:
El primer encuentro de las huestes de don Pedro con las mesnadas de don Enrique tuvo lugar frente a Nájera. Los hombres del conde fueron arrollados desde la primera embestida y perseguidos hasta la muralla de la villa. Como algunos soldados del ejército real se adelantaron a las puertas de la población, el conde "llegó al muro del castillo que dicen de los judíos, e los suyos que estaban dentro foradaron el muro de la villa, e por allí entró el conde e otros de los suyos". Esto ocurría la última semana de abril de 1360.
No fue la última vez que las murallas najerinas hubieron de soportar el ataque del legítimo rey de Castilla, Pedro I; en 1367 tuvo lugar la gran batalla de Nájera, y de nuevo, fueron estas defensas la trampa ante la que sucumbieron nobles caballeros trastamaristas, que huían en desbandada desde las tierras de Ventosa y Navarrete ante la batalla perdida; "el río se tiñó de rojo con la sangre que brotaba de los cuerpos de los hombres y caballos muertos", segun el cronista Chandos Herald, narrador de la vida del Principe Negro, participante destacado en la contienda civíl castellana.

Junto al arrabal de la Estrella, su puerta ojival y el lienzo de muralla en el que se encaraman las viviendas, pudieron ser testigos de estos hechos; desde las paredes del farallón de Malpica un muro de buena factura, sillares al exterior y argamasa y grijo en el interior, daban consistencia a las defensas del barrio judío; quizá ese mismo muro que abrieron desde el interior para recoger a los huidos, según cuenta el Canciller Ayala, hoy, casi setecientos años después, se desmorona sin que nadie remedie su ruina y desaparezca nuestra historia monumental.
Esta Nájera, corte de reyes, debiera mimar los vestigios legados por aquella corte medieval de la que la cartelería turística hace sobrada gala, y de la que se nutre en gran medida su industria de restauración.