miércoles, 3 de julio de 2013

Condes de Barcelona


Condes de Barcelona

También entre los condes de Barcelona-reyes de Aragón abundan los personajes caballerescos como el buen conde que recibe Provenza en pago de sus virtudes, o como Pedro el Grande, que no duda en arriesgar sus conquistas y su propia seguridad para dejar a salvo su honor de caballero.

Bernat Desclot en su crónica o Llibre del rei en Pere, mezclando diversas leyendas, atribuye a un conde de Barcelona innominado, pero que pudiera ser Ramón Berenguer IV, un viaje a Alemania para salvar el honor de la emperatriz, acusada de haberse enamorado de un caballero de la corte y sospechosa de haber llevado su amor hasta límites no permitidos.

Los acusadores se ofrecieron a defender su declaración en el campo del honor en el plazo de un año y un día, fecha en la que combatirían de dos en dos contra quien osara defender a la emperatriz; si ésta no encontrara defensores o si sus campeones fueran derrotados, la dama sería quemada ante todo el pueblo.

Olvidando sus deberes y los favores recibidos de la emperatriz, los caballeros alemanes se desentendieron del asunto y tan sólo un juglar tomó la defensa de la dama exponiendo su triste situación en las cortes europeas hasta llegar a la noble ciudad de Barcelona, donde fue recibido por el conde, que se apresuró a reunir a sus nobles para comunicarles su deseo de ir a Alemania acompañado tan solo de un caballero.

Las protestas y los ofrecimientos de los catalanes, que se mostraron dispuestos a secundar a su conde en número de quinientos o mil, no sirvieron de nada: el conde iría acompañado de un noble y de diez escuderos, porque, dispuesto a llevar a cabo la hazaña, quería hacerlo con humildad, no quería ser conocido.

Ante el emperador se presentó como un caballero de España, deseoso de salvar el honor de la emperatriz siempre que antes se le permitiese hablar con ella, que yo sabré por sus palabras si dice verdad; si es culpable, no combatiré por ella, mas si conozco que dice verdad mi compañero y yo combatiremos contra otros dos caballeros alemanes, los que quieran.

Tras la conversación, en la que se comprometió a honrar la caballería que he recibido, se ofreció a combatir él solo contra dos caballeros, de uno en uno, por haber huido el noble provenzal que le había acompañado desde Barcelona. Muerto el primer retador, el segundo se negó a combatir y confesó que había acusado a la emperatriz por envidia y mala voluntad.

Cumplida su misión caballeresca, el conde volvió a Barcelona y hasta allí llegó la emperatriz, enviada por el emperador, para rogarle tornase a la corte alemana a recibir el galardón obtenido en buena lid: la tierra y el título de marqués de Provenza.

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El triunfo de la Fama (detalle)
Fecha: ca. 1502-4
Flamenco, probablemente Bruselas
Metropolitan
Uno de los tapices del Renacimiento mejores que ha aparecido en el mercado en el siglo XX, esta pieza es extraordinaria por su condición, color y composición armoniosa. Fama está leyendo en un atril, rodeado de escritores inmortalizados por sus obras. Su triunfo sobre la muerte es representada por las tres Parcas bajo sus pies, mientras que arriba, Atropos, el futuro que corta el hilo de la vida, aparece de nuevo, volando hacia la boca del infierno. A continuación, una rica alfombra de flores, algunos en flor, algunos han ido a semilla-se hace eco del tema de la mortalidad, y el orbe la mano de la Fama en, coronada con una cruz, coloca el tema en un contexto claramente cristiano. Basado en parte en el poema I Trionfi de Petrarca, el tapiz pertenecía a un grupo de seis que representan los triunfos del amor, la castidad, la muerte, la fama, la hora y la religión. El juego es el primer tratamiento conocido del tema en el tapiz. Documentado en una colección ducal española a finales del siglo XIX, el tapiz se corresponde exactamente con uno en un juego comprado en 1504 por Isabel, reina de Castilla y Aragón.

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