miércoles, 3 de julio de 2013

EL MONJE Y SAN PEDRO


EL MONJE Y SAN PEDRO
El monje y San Pedro narra la historia de un monje «cuius vita et mores nimis ab habitu monachi discrepabat. Nam leviter se agens in pluribus actibus etiam filium, contra propositum monachi habebat»; más conciso aún es Alfonso X que dice del monje que «dos sabores do mundo más ca da celestial vida gran sabor avía» mientras Berceo, buen conocedor de la vida monástica nos informa de que 

Había en él un monje asaz mal ordenado: 
lo que dice la regla no le daba cuidado.
Era de poco seso hacía mucha locura,
el que lo castigaran lo tenía sin cura;
le aconteció en todo esto muy gran desaventura;
parió una bagasa de él una criatura.
Por salud de su cuerpo y por vivir más sano
hacía de electuarios uso muy cotidiano,
en invierno calientes y fríos en verano...

Los electuarios son, para Alfonso X, la causa de la muerte del monje: «mas por se guardar de mal bevéu hua meezya, e morréu sen confesión».
Murió el monje sin confesión ni comunión y de nada sirvieron los ruegos de San Pedro, en cuyo monasterio había profesado el monje, para que Cristo perdonara al pecador, y el mismo éxito tuvieron otros santos que se ofrecieron a mediar; sólo la intercesión de la Virgen conmovió a su Hijo y cuando autorizada por Éste dio permiso a San Pedro para que se hiciera cargo del cuerpo y del alma, «sanctus Petrus confertim, magna clave, quam tenebat, diabolum terens, eum in fugam convertit» y si San Pedro recurre a la amenaza física de la llave, el monje, años antes fallecido, que recibe la orden de unir alma y cuerpo, exige como pago «ut singulis diebus diceret pro eo psalmum Miserere mei Deus, et persepe mundaret scopis sepulcrum eius», es decir:

Yo te ruego por Dios y por Santa María
que tengas un clamor tú por mi cada día.
Otra cosa te ruego, y es que mi sepultura,
que está toda cubierta por cima de basura,
tú que la hagas barrer por tu buena mesura...

A la defensa que hace San Pedro de uno de los suyos podemos añadir la que realiza el apóstol Santiago para salvar el alma de un peregrino que, la víspera de su partida, «cum sua concubina dormivit, devictus voluptate carnis»; Alfonso X reprocha al romero haberse acostado «con moller sen bondade, sen con ela casar», y Berceo convierte al peregrino en monje de costumbres ligeras, profeso de Cluny a cuyo abad, San Hugo, atribuye la narración:

Un fraile de su casa Giraldo era llamado,
antes que fuese monje no era muy enseñado,
de vez en vez hacía locuras y pecado
como hombre soltero que vive sin cuidado...
Cuando iban a salir, hizo una enemiga:
no guardó penitencia como la ley obliga,
en vez de hacer vigilia se acostó con su amiga
y metióse en camino con esta mala ortiga.

[...]
Los milagros de la Virgen: versión latina y romance
JOSÉ LUIS MARTÍN († 17.X.2004)
UNED
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La Crucifixión de San Pedro con un donante; La Leyenda de San Antonio Abad con un donante, La Anunciación
Northern pintor francés, ca. 1450
Medio: Óleo sobre tabla
Metropolitan

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