miércoles, 27 de febrero de 2013

El río Ebro, frontera medieval entre Navarra y Castilla


Desde la caída del protagonismo najerense hasta los lustros iniciales de la política integradora de los Reyes Católicos, La Rioja recorre el tracto de la historia bajomedieval, unida como un territorio más de los pertenecientes a la monarquía castellana. Dentro de la cronología riojana podríamos señalar como hito inicial el año 1177, fecha en que el laudo de Enrique II de Inglaterra apuntó al Ebro como línea divisoria entre Castilla y Pamplona, la cota final del período habría que situarla a mediados del siglo XV, cuando en la división que sufrió la Sonsierra se adherieron definitivamente San Vicente y Abalos a La Rioja, en tanto que Laguardia y Labastida se vincularon a las Juntas Alavesas. 

Durante estos tres siglos, el ámbito de la política exterior riojana, sólo relativamente exterior, por estar La Rioja integrada en Castilla, debe observar la lucha tricentenaria por fijar la frontera con Pamplona en las cercanías del Ebro, y estudiar la creciente integración administrativa de las comarcas riojanas al sistema de merindades de Castilla, en consideración a que La Rioja calceatense y la comarca de Logroño funcionaron muy tempranamente como merindades intermedias y sometidas a éstas se registran otras de menor entidad.

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