miércoles, 30 de enero de 2013

LA SECCIÓN FEMENINA EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA


LA SECCIÓN FEMENINA EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
MERCEDES GARCÍA BASAURI

El antifeminismo de la Sección Femenina

Parece evidente que los principios ideológicos que la Sección Femenina sustentaba estaban totalmente insertos dentro de la corriente de pensamiento del nacional-sindicalismo. Más concretamente cabría decir que sus fuentes para elaborar una doctrina dirigida específicamente a las mujeres, dentro de este pensamiento general, fueron tomadas de los escritos y discursos de José Antonio en los que se refería al sexo femenino.
Podemos decir, pues, que el ideal de mujer nacional-sindicalista no fue inventado por las componentes de la Sección Femenina, sino que éstas lo desarrollaron a partir del que había ido estableciendo el fundador de Falange Española. Y esto fue así hasta el punto de que José Antonio Primo de Rivera fue el autor del primer manifiesto que imprimió la Sección Femenina, en 1934, dirigido a las mujeres españolas. Pero el sexo masculino del redactor se escondió bajo frases como nosotras, mujeres españolas, que hacían suponer al lector que quien había escrito aquello era una mujer. En este manifiesto ya se hacía la matización de que nuestra misión no está en la dura lucha, pero sí en la predicación, en la divulgación y en el ejemplo. Y además en alentar al hombre con la seguridad de que lo entendemos y compartimos sus inquietudes.
Posteriormente, José Antonio explicó a las mujeres extremeñas, en un famoso discurso, que los falangistas no eran feministas: No entendemos que la manera de respetar a la mujer consista en sustraerla a su magnífico destino y entregarla a funciones varoniles. A mí siempre me ha dado tristeza ver a la mujer en ejercicios de hombre, toda afanada y desquiciada en una rivalidad donde lleva -entre la morbosa complacencia de los competidores masculinos- todas las de perder. Evidentemente, en estas frases José Antonio estaba aludiendo a un tipo de mujer que diez años atrás había comenzado a introducirse en nuevas carreras y profesiones, pretendiendo subversivamente una equiparación con el varón.
Según José Antonio, al ser el hombre esencialmente egoísta, la mujer debe aceptar una vida de sumisión, de servicio, de ofrenda abnegada a una tarea. Esta concepción fue profundamente asumida por su hermana Pilar, que no se cansaba de repetir que la misión de la mujer no es misión directora, porque ésa sólo les corresponde a los hombres. Lo que tenemos nosotras que hacer es preparar a todas las camaradas para que cuando tengan una casa y cuando tengan unos hijos, sepan enseñarles, después del Padrenuestro, lo que José Antonio nos enseñó a nosotros, y les hagan sentir esa misma fe que sintieron nuestros Caídos al entregar alegremente la vida por la Patria (6).
Por su parte, diversos intelectuales y escritores como Alfredo Marqueríe, Tono, Jardiel Poncela, etcétera, que colaboraron durante la guerra en "Y", la revista de la Mujer Nacional-Sindicalista, saludaron alborozados a la mujer azul, aquella que venía a sustituir a las rojas, republicanas, feministas y demás pedantes y marisabidillas de la ciencia y la filoso fra , a la que concretamente Jardiel no podía soportar. Afortunadamente para este autor, amanece el día español en que las españolas cambian. Todos los colores del iris, al girar vertiginosamente, volteados por las fuerzas inmensas de la raza, en lugar de dar el color blanco que nos enseñó la Física, dan un color azul (7). En ese día justamente surgió la mujer azul.
Edgar Neville, también en un artículo de "Y" (8), centró sus ataques contra Margarita Nelken, quizá escocido por la personalidad intelectual, izquierdista y feminista de la antigua diputada de la República. Sus arremetidas no las manifiesta solamente a partir de presupuestos políticos, sino que se encona en la condición femenina de Margarita, de la que llegó a decir que tenía una cursilería emponzoñada que le quitaba ese indudable atractivo físico que tienen muchas cursis; al verla encamarada en sus impertinentes, se presentía su carne cruda, prensada, con varices y una ropa interior violeta.
Resultaba evidente que la Sección Femenina no tenía las inquietudes emancipadoras de algunas republicanas, por tanto, muchos hombres se sintieron aliviados en sus pretensiones de conservar sus privilegios, máxime cuando las militantes falangistas les halagaban los oídos al aclarar que la Sección Femenina, al incorporarse con sentido y estilo netamente femeninos a la viril de la Falange, lo hará para auxiliar, complementar y hacer total aquella obra (9).
Asimismo, cuando se creó la Sección de Cultura y Formación de Jerarquías. la regidora central, Carmen Werner, puntualizó en una circular fechada el 1 de febrero de 1938 que al hablar de Cultura no queremos hablar de Círculos de Estudio, ni Liceum, ni Centros de Cultura Femenina que sacan a las mujeres de sus funciones típicas y de su círculo natural que es la casa. De lo que la Sección Femenina no quería hablar era justamente de las instituciones que las mujeres progresistas habían fomentado años antes.
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LA SECCIÓN FEMENINA EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
HISTORIA 16, AÑO v, Nº. 50, JUNIO 1980, ISSN 0210-6353, pags. 45-56
MERCEDES GARCÍA BASAURI

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