martes, 1 de noviembre de 2011

Nájera, corte medieval



García de Andóin en el libro "El Canciller Ayala, su obra y su tiempo 1332-1407" desmenuza la 'biografía' de Pedro López de Ayala; alavés, poeta y estadista en la corte castellana, abandona a Pedro I y se pasa al bando trastamarista durante la guerra civil en Castilla. Así cuenta el jesuita García de Andóin una de las escaramuzas de la que el Canciller fue actor y pieza importante:
El primer encuentro de las huestes de don Pedro con las mesnadas de don Enrique tuvo lugar frente a Nájera. Los hombres del conde fueron arrollados desde la primera embestida y perseguidos hasta la muralla de la villa. Como algunos soldados del ejército real se adelantaron a las puertas de la población, el conde "llegó al muro del castillo que dicen de los judíos, e los suyos que estaban dentro foradaron el muro de la villa, e por allí entró el conde e otros de los suyos". Esto ocurría la última semana de abril de 1360.
No fue la última vez que las murallas najerinas hubieron de soportar el ataque del legítimo rey de Castilla, Pedro I; en 1367 tuvo lugar la gran batalla de Nájera, y de nuevo, fueron estas defensas la trampa ante la que sucumbieron nobles caballeros trastamaristas, que huían en desbandada desde las tierras de Ventosa y Navarrete ante la batalla perdida; "el río se tiñó de rojo con la sangre que brotaba de los cuerpos de los hombres y caballos muertos", segun el cronista Chandos Herald, narrador de la vida del Principe Negro, participante destacado en la contienda civíl castellana.

Junto al arrabal de la Estrella, su puerta ojival y el lienzo de muralla en el que se encaraman las viviendas, pudieron ser testigos de estos hechos; desde las paredes del farallón de Malpica un muro de buena factura, sillares al exterior y argamasa y grijo en el interior, daban consistencia a las defensas del barrio judío; quizá ese mismo muro que abrieron desde el interior para recoger a los huidos, según cuenta el Canciller Ayala, hoy, casi setecientos años después, se desmorona sin que nadie remedie su ruina y desaparezca nuestra historia monumental.
Esta Nájera, corte de reyes, debiera mimar los vestigios legados por aquella corte medieval de la que la cartelería turística hace sobrada gala, y de la que se nutre en gran medida su industria de restauración.

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