La Edad Media, por lo tanto, se había convertido en una época a la que muchos se asomaban, pues veían en ella numerosos elementos positivos, ya fueran de índole intelectual, de naturaleza política o de carácter religioso. Pensemos, por ejemplo, en el atractivo suscitado por los tiempos medievales en un país como la Gran Bretaña, nación que había logrado un excepcional poderío en el siglo xix llegando a convertirse en la primera potencia mundial de aquella época. Pues bien, los británicos, orgullosos de sus espectaculares logros, volvían su mirada hacia el Medievo para intentar conocer sus raíces, ya fueran éstas el «common law», la Carta Magna o el nacimiento del Parlamento, tres conquistas fundamentales de aquellos siglos lejanos. Gracias a esos cimientos los británicos, al menos así lo pensaban, ofrecían al resto del mundo unas instituciones modélicas, a la par que expresivas de un clima de libertad del que carecían otros muchos países. Paralelamente la Edad Media se convirtió en Francia en el campo de discusión entre las fuerzas reaccionarias y las progresistas. Para los reaccionarios el Medievo conoció, entre otros aspectos, la época dorada de la alianza entre el trono y el altar. Los progresistas, por su parte, veían en el Medievo el inicio de los movimientos populares, o si se quiere el punto de partida de una conciencia de clase, De esos movimientos cabía recordar a las comunas, término utilizado en 1870 por los revolucionarios parisinos.
domingo, 13 de noviembre de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Han pasado 9 años desde aquel verano de 2002 el que asistimos a la XIII Semana de Estudios Medievales.
El profesor Valdeón la cerró con esta estupenda ponencia. Un poco antes leí una comunicación sobre el trasfondo de cuestiones de dinero y de poder que había que entrever
en dos textos cluniacenses sobre Alfonso VI.
La comunicación le gustó a don Julio y pasamos un buen rato comentándola.
Luego, a esa comunicación, sin yo pretenderlo, le daría cierta fama un conocido programa de televisión divulgador de "misterios".
Pero mi idea al escribirla no iba por ahí, ni mucho menos.
Don Julio ya no está entre nosotros. Queda su obra que merece la pena releer.
Antonino.
Publicar un comentario