viernes, 26 de marzo de 2010

año mil, más allá de lo natural



Varias historias tomadas en el mismo movimiento, parecen complacerse en marchar de modo distinto. Una corre hacia un desenlace rápido: es la historia de la multitud de acontecimientos. La otra, pausadamente, se encamina a poner en peligro o a salvar a los pueblos según la evolución económica, demográfica, biológica incluso: es la historia de las estructuras. La última, en fin, la más lenta de todas, es también la más profunda y por ello mismo la más descuidada: es la historia de las creencias, de las ideologías y de las estructuras mentales. A ella se deben supersticiones, leyendas y saberes. Esta manera de ser de nuestro universo (o esta manera de no ser), es tan importante como el aspecto material (antagónico muy a menudo) de nuestra vida y nuestro medio.

Lo maravilloso y lo cotidiano se hallan así ligados por dos historias paralelas, relacionadas a tal punto que lo real. en ciertas ocasiones, llega a participar de lo sobrenatural. de lo maravilloso, mientras que lo maravilloso entra en la realidad de manera eficaz y sólida.

El hombre, infinitamente pequeño en un universo que se ensancha a medida que los conocimientos prosperan, siente la necesidad de alcanzar otras dimensiones; ésta es la ventaja del mito: sin perder nada de su humanidad, el hombre gana con él algo divino que le conduce a las grandes hazañas, a la fuerza suprema, a la invul­nerabilidad. al menos por un tiempo. Los mitos heroicos representaban, por tal motivo, la gran evasión de los griegos. La Edad Media ha elaborado, con menos amplitud, un conjunto de leyendas donde el deseo de aventura encuentra con qué saciarse. En el maravilloso mundo medieval. no solamente el hombre, también el universo se hace propenso y dócil a lo extraordinario. ¿Por qué? Sin duda porque, realmente, el hombre de aquel tiempo, el mismo de los terrores del Año Mil, descubre nuevos medios de acción sobre el mundo y la naturaleza. El milagro. la hazaña, el «poder», constituyen. al nivel común, la explicación sana y tranquilizante de cómo se actúa sobre el mundo. El hombre no acepta ser todopoderoso: ello supone una respon­sabilidad demasiado grande. La intercesión de los santos y la intervención de Dios o del demonio, el sabio concurso de los hechiceros. le devuelven la serenidad y la paz del espíritu en ocasión de arduos empeños. Es así como todas las grandes realizaciones técnicas se atribuyen al diablo: los «puentes del diablo», por ejemplo, son innumerables. Y aún subsisten muchos hoy día, con toda su carga de leyendas acumuladas a través de los siglos.

Hay en todas las obras del hombre algo que parece cumplirse más allá de él. sin él y, no obstante, para él. Lo maravilloso viene dado por este aspecto de la realidad que el hombre recibe. vive y acepta, creyente, por otra parte. de que le corresponde. Lo maravilloso son todas estas trascendencias y lo que las motiva.

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http://www.vallenajerilla.com/berceo/philipperobert/sobrenatural.htm

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