jueves, 26 de marzo de 2009

XVIII semana de estudios medievales de Nájera (2007)



En los años 953 a 956 el monje Juan, perteneciente a la comunidad monástica reformada del monasterio lorenés de Gorze, participó en una embajada dirigida por el rey germano Otón I ante el califa de al-Andalus Abd al-Rahman III. La Vita de Juan de Gorze, escrita tras su muerte por Juan de San Arnulfo 1 nos da amplio detalle sobre las vicisitudes del viaje hasta Córdoba, la permanencia del monje de Lorena en la capital andalusí y la solemne audiencia ante el califa; tras haberse cumplido el objetivo de la embajada con la entrega por Juan de Gorze de los regalos de Otón I al califa y el consiguiente agradecimiento y manifestación de amistad por éste, el monje lorenés fue nuevamente llamado a su presencia y tuvo lugar, conforme a esta fuente, una conversación entre ambos en torno al poder del rey Otón I. Juan de Gorze habla de su rey, a quien califica de emperador (no lo será hasta 962), describiendo su poder, prudencia, ejércitos, gloria y riquezas, y ante la pregunta de en cuanto sobresale su poder sobre otros reyes Juan de Gorze responde que "no hay nadie que pueda igualarse a nuestro emperador". Sin embargo Abd al-Rahman manifiesta que él no concibe que un rey poderoso entregue parte de sus territorios al gobierno de otras personas, que exista un poder delegado. Sin duda el califa omeya tiene conocimiento de las recientes revueltas de duques como el hijo y el yerno de Otón. Para el gobernante musulmán este reparto de poder es una muestra de debilidad, pues un auténtico poder no puede ser repartido ni distribuido; por lo tanto considera que el poder del rey o emperador cristiano adolece de una falta de autoridad, y es que en definitiva el soberano musulmán no comprende la existencia de un poder político que está sustentado por una trama de relaciones personales en las que el consenso juega un papel decisivo 2. Parece, pues, que nos hallamos ante el choque de dos concepciones distintas respecto al poder político superior, lo que puede constituir un buen inicio para una exposición acerca de las contraposiciones entre la sociedad o sociedades cristianas y el mundo islámico.
Más allá de las claras diferencias religiosas y culturales, muchos historiadores se han preocupado por hallar unos fundamentos diferenciadores que definan a las sociedades musulmanas con respecto a las cristianas, particularmente de la Cristiandad Occidental, buscando así los propios rasgos ideológicos, sociales y políticos. En 1998 se publicó en la revista Hispania un monográfico, coordinado por el bizantinista inglés John Haldon sobre "El modo de producción tributario", que ofreció sugestivas interpretaciones y propuestas para un debate que afecta de lleno a la contraposición entre el modo de producción feudal y el modo de producción tributario, la formación social islámica y la formación social feudal.
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