martes, 10 de marzo de 2009

Guía sentimental por las tierras de Gonzalo de Berceo


...hacia 1950, Manjarrés no era más que una aldea serrana de la Rioja profunda, situada allí donde el Yalde comienza a ser un río adulto, tuve la suerte de encontrar en ella a un magnífico maestro, don Cipriano González Pérez, que afianzó el amor que mis padres me legaron por el saber y por la lectura; y a un párroco, don César Loma Osorio, fino lector y magnífico músico, que hizo cuanto estuvo en su mano para abrirme un futuro más esperanzador que el que me esperaba como un más que pobre destripaterrones.
Gracias a ambos, una tarde de primavera, en la escuela, oí por primera vez a Manuel Dicenta declamar los versos de El Alcalde de Zalamea desde un funcional tocadiscos. Desde entonces Dicenta ha sido para mí el modelo de la acertada lectura del verso español. [...]

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