En el alto y medio Yalde, desde Castroviejo hasta Alesón y Arenzana de Abajo, se dominaba “subir a Santa Coloma a pedir agua” el participar en la peregrinación penitencial que, en primaveras extremadamente secas, organizaban las dos Arenzanas, Manjarrés y Bezares, además de Santa Coloma.
En bien ordenada procesión, llevando a hombros, en andas, las imágenes de sus patronos, los cuatro pueblos subían a Santa Coloma a pie, para venerar todos juntos las reliquias de la mártir que da nombre al pueblo y pedir por su intercesión la llegada de la ansiada lluvia. Santa Coloma los recibía con generosa hospitalidad y se unía, como uno más, a los ruegos comunes.
A la muy concurrida Rogativa acudían, además de los pueblos citados que lo hacían en masa, delegaciones civiles y eclesiásticas de numerosas ciudades y pueblos riojanos y no riojanos y muchos devotos particulares.
La Rogativa a santa Coloma gozaba de un gran prestigio por su eficacia. Aquí nunca sucedió aquello que se decía de tantos pueblos:
“No he visto gente más bruta
que la gente de Alcocer;
echaron el Cristo al río
porque no hacía llover.”[2]
Copla malintencionada de la que, en mi infancia, tengo oída en Arenzana de Abajo una variante en jota:
“No he visto gente más bruta
que algunos de Cenicero;
como no quiso llover
tiraron el Cristo al Ebro.”
[...]
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