Descendiente de Hércules por parte paterna y de Aquiles por parte de su madre, como generalmente se afirmaba, Alejandro se nos presenta en las fuentes como un personaje enigmático y contradictorio. De una voluntad y fortaleza a toda prueba, apasionado y guerrero por naturaleza, entusiasmado por los héroes griegos, era capaz de los mayores sacrificios, pero, a la vez, podía dar muestras de una gran crueldad. Tenía el corazón devorado por afanes de gloria, y consumió sus tremendas y desbordantes energías en su deseo de llevar a cabo gestas grandiosas. Nos cuenta Plutarco que, cuando muchacho, les decía entristecido a sus compañeros al enterarse de las victorias de su padre Filipo: «¿Será posible, amigos, que mi padre se anticipe a tomarlo todo y no me deje a mí nada brillante y glorioso en que pueda acreditarme con vosotros?» Tuvo una gran importancia lo emocional en la conducta de Alejandro, y así, a veces, se guió más por impulsos espontáneos que por una estricta lógica. Pero también hemos de resaltar que junto a esto hay dotes geniales y una gran inteligencia, que se muestran sobre todo en el arte militar.
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De las pinceladas del Alejandro real, imprescindibles para enmarcar en la historia a este personaje épico, al diseño medieval de un mito que ocupa miles de versos en el Libro de Alexandre y que, sin duda, corrió de boca en boca en la fantasía del hombre medieval; este creciente puñado de ensayos pretendemos que den luz suficiente para mantener viva la investigación sobre este hito literario que algunos atribuyen a la pluma de Gonzalo de Berceo.
http://www.vallenajerilla.com/berceo/dealexandro/portadadealexandro.php
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