lunes, 25 de enero de 2010

El Sacrificio de la Misa de Berceo


Según Mariateresa Fumagalli Beonio Brocchieri (citada en Le Goff, Medieval 19), el intelectual, tal como se concibe actualmente, no existía en la Edad Media, y por tanto no había ningún término para calificarle. Lo que actualmente se concibe como un intelectual era, en aquel entonces, aquel hombre educado, con conocimientos del latín, que trabajaba con la palabra y con la mente, y no con las manos. Así pues, dentro de esta categoría se clasificaban los maestros, doctores, filósofos y literatos.
Este tipo de individuo pertenecía a la clerecía, la cual Giovanni Miccoli divide en tres grupos: legos, sacerdotes y monjes, ninguno de ellos libre de pecado (Le Goff, Medieval 20). El intelectual por lo tanto disfrutaba de los privilegios de la membresía clerical, sin necesidad de sujetarse a sus responsabilidades, aun cuando perteneciese a las órdenes menores de la Iglesia. Estos clérigos no se aislaban, sino que estudiaban, enseñaban y trabajaban. Según Francisco Rico estos eran clérigos "con el pie en el suelo y el ojo en el cielo" (7). Esto hizo que el clérigo se integrara a su entorno laico, el cual se vería reflejado en la literatura que producía.
La diferencia en la jerarquía eclesiástica repercutía, claro está, en el grado de educación del individuo, y por ello la accesibilidad de información era mayor para el monje, el grado más alto de educación entre los clérigos, puesto que su categoría le daba derecho a educarse mejor. El sistema educativo del monje estaba basado en la contemplación de Dios y en el profundo entendimiento de su palabra a través de la reiterada lectura de la Biblia. La presencia de la literatura pagana en los programas académicos se justificaba con el aporte que ésta significaba a la formación lingüística y literaria de los clérigos (Le Goff, Medieval 68).
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http://www.vallenajerilla.com/berceo/rieraescuer/sacrificiodelamisaberceo.htm

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