viernes, 14 de agosto de 2009

entre viñas verdes de envero plenas


He aprovechado la mañana magnífica de este día de fiesta para hacer andando el camino que lleva desde Nájera a Cenicero. El viejo camino al ferrocarril. Es un camino de suave bajada con dos etapas: Nájera – Uruñuela, Uruñuela – Cenicero.

El camino transcurre entre fincas cultivadas con un esmero, con una diligencia, admirables. Más que entre viñas o entre tierras de pan llevar, parece que estás entre huertas. Tierra cuidadosamente labrada, sin rastro de hierba, sin rastro de piedras inútiles por pequeñas que sean. Tierra trabajada como labor de bordadora de encaje.

Pero ese, con ser grande, no es el único atractivo de este camino. Para mí que procedo de una aldea como Manjarrés, con Moncalvillo y Serradero detrás, con los Cameros y Soria, detrás—la tierra del cereal, los rebaños y la lana—, éste es además el camino hacia la ribera del Ebro y la Ribera es la tierra de la industria del vino y del ferrocarril.

Éste es efectivamente el camino que desde la inauguración de la estación del tren en Cenicero, el 2 de marzo de 1863, conduce desde la civilización antigua, la agropecuaria, la del interior, la del Sur, a la modernidad, a la Revolución Industrial, a la industria, el comercio y los servicios florecientes en los pueblos grandes y ricos de la ribera del Ebro, a la civilización urbana del Norte; o mejor del eje Este – Oeste—Miranda de Ebro – Zaragoza—que es exactamente el limite septentrional de la Rioja.

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http://www.vallenajerilla.com/berceo/antoninoperez/rutacenicero.htm

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