sábado, 6 de julio de 2013

KANDINSKY


El color es un medio para ejercer una influencia directa sobre el alma. El color es la tecla. El ojo, el maculo. El alma es el piano con muchas cuerdas. El artista es la mano que, por esta o aquella tecla, hace vibrar adecuadamente el alma humana. (Kandinsky)
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Violett
Vasily Kandinsky (francés (nacido en Rusia), Moscú 1866-1944 Neuilly-sur-Seine)
Fecha: 1923 
Litografía en color rojo, amarillo, azul y negro 
Dimensiones: 29,1 x 19,1 cm.
Metropolitan

De Alciato a Iriarte


En la primera mitad del siglo xvi aparecen los famosos Emblemas de Alciato, que alcanzaron una amplia difusión en toda Europa. En algunos de ellos encontramos referencias a los colores: el negro conviene al luto y a la fatiga triste y congoxosa; el blanco, al simple y casto; el verde, a la esperanza; al rojo, al amador y a la ramera, etcétera.
El mantuano Fulvio Pellegrino escribió un librito acerca del Significato dei colori e dei mazzola que mereció una reedición en 1593, prueba del favor con que fue acogido por el público. Pellegrino encabeza su obra con un soneto sobre la simbologia de los colores, para después servirse de cada uno de los catorce versos como título de otros tantos capítulos.
Ese mismo año de 1593, y en Pavía, por Andrea Viani, ve la luz una reimpresión (no sería la última) de la obra que el francés Jacques d'Enguien, el Siculo de la corte napolitana
del rey Alfonso de Aragón, había redactado hacia 1458: Le blasón des couleurs.
Este curiosísimo libro debió tener un éxito extraordinario a juzgar por las repetidas ediciones de que fue objeto; además de la citada de 1593 y de alguna otra posterior, había aparecido ya en Venecia, en las prensas de Domenico Nicolino, el año de 1565. En estas últimas lleva el título de Trattato dei colorí nelle arme, nelle livree, e nelle divise.
Sicillo escribe sobre el significado de los colores en general y pasa después a relacionarlos con las siete edades del hombre y sus cuatro complexiones o naturalezas (sanguínea, colérica, flemática y melancólica), los cuatro elementos, las siete virtudes, los siete planetas, etc. Rabelais lo cita despectivamente en su Gargantúa y Pantagruel: libro muy poco leído, que venden los baratijeros y buhoneros, pero sólo porque pensaba hacer algo parecido.
Bien es verdad que Sicillo complica su discurso al explicar el especial significado que adquiere cada color al ir acompañado de otro. Así, por ejemplo, el rojo, cuando se presenta a su lado la influencia negativa del color negro, cambia su habitual significado de amor, nobleza, valor y ardor en la batalla por el de fastidio, aburrimiento y tedio de las cosas del mundo.
Este tipo de alambicadas combinaciones pueden parecemos hoy absurdas y hasta ridiculas, pero no lo eran para la sociedad de la época, en la cual los artificios manieristas tendrían su continuación en el triunfo del símbolo, de la alegoría, del jeroglífico y del emblema que informan al barroco, todo un juego de sutilezas del que participaba con entusiasmo la sociedad entera. Buen ejemplo de ello es el éxito alcanzado por Cesare Ripa con su célebre Nova Iconología, editada por vez primera en Roma el año 1573.
Ripa presta mucha atención al lenguaje simbólico del color a la hora de caracterizar sus alegorías: a la Generosidad y a la Gloria viste de oro; a la Hipocresía, vieja leprosa, de blanco, como los sepulcros blanqueados de la Biblia; al Honor, de púrpura, etc. Llega incluso a dar un color diferente a las representaciones alegóricas de cada una de las horas del día y de la noche.
En la literatura de la época tropezamos frecuentemente con alusiones a la simbología de los colores. No es necesario buscar mucho.
Veamos el siguiente fragmento de un romance de Góngora:
Sobre una marlota negra
un blanco albornoz se ha puesto,
por vestirse los colores
de su inocencia y su duelo.
También de Góngora, estas seguidillas para doña María Hurtado:
Mátanme los celos
de aquel andaluz,
háganme si muriere
la mortaja azul.
Perdí la esperanza
de ver mi ausente:
háganme si muriere
la mortaja verde.
La condesa de Aulnoy, autora del famoso Viaje por España (entre 1679 y 1680), demuestra un especial interés y sensibilidad por este tema. Uno de sus personajes mandó hacerse un disfraz de brocado verde y oro, con plumas verdes y una librea verde también para destacar sus nuevas esperanzas.
A su paso por Vitoria, la condesa asistió a una representación teatral de la vida de San Antonio donde el actor encargado del papel del demonio iba vestido como los demás y sólo se distinguía de ellos por los cuernos de su frente y por llevar medias rojas, breve alusión al fuego infernal que ayudaba al popular auditorio, incluso a aquellos que estuvieran más alejados delescenario, a seguir las intervenciones del señor de los infiernos.
Sería fácil engrosar la lista, porque el simbolismo del color era entendido y tenido en cuenta por todos. Mateo Alemán, en su Guzmán de Alfarache, describe unas fiestas de toros y un juego de cañas, y dice:Juntáronse las quadri-llas, de sedas y colores diferentes cada una, mostrando los quadrilleros en ellas sus passio-nes, qual desesperado, qual con esperanga, qual cautivo, qual amartelado, qual alegre, qual triste, qual zeloso, qual enamorado.
Otra muestra del arraigo de la simbología de los colores en la sociedad del xvn la encontramos en una de las obras más notables de Agustín Moreto: El desdén con el desdén. En la escena III de la segunda jornada asistimos a una fiesta galante durante las carnestolendas; las damas esconden cintas de colores, los caballeros eligen una y aquella que la posea será su pareja. Diana empieza el juego diciendo:
Pues sentaos, y cada uno
elija color, y sea,
como es uso, previniendo
la razón para escogella.
En La República al revés, de Tirso de Molina, toda la escena VIII del tercer acto se resuelve en un rápido diálogo entre Camila y Lidora, indecisa ésta a la hora de escoger vestido, repleto de alusiones a la simbología del color.
Tomás de Iriarte, muy avanzado el sigloXVIII, ironiza acerca del vestuario simbólico de los autos sacramentales: Todavía no se le podrá olvidar la salida que hacía la noche con manto de terciopelo negro estrellado, la tierra vestida de raso verde y el mar de muer de aguas azul.
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Botticelli, Sandro
La historia de Nastagio degli Onesti (III)
Hacia 1483
Soporte, Tabla
Medidas 84 cm x 142 cm
Prado

El simbolismo del color a través de la historia


En Grecia, la coloración de las túnicas era simbólica: el blanco denotaba pureza; el azul, altruismo e integridad, y el rojo, sacrificio y amor.
En los primeros siglos del cristianismo no había una norma constante que determinara el color de las vestiduras sacerdotales. Ya en el siglo xn aparece una rúbrica que fijaba los colores litúrgicos en relación con los diferentes tiempos y fiestas del calendario. El papa Inocencio III (1198-1216), en su De sacro altaris mysterio, comentó este canon estableciendo cuatro colores principales: blanco, rojo, verde y negro. El morado, que dicho pontífice asimilaba al negro, gozó pronto de un uso generalizado. En el siglo xvi, estos cinco colores fueron definitivamente fijados en el misal de Pío V.
También en heráldica el simbolismo del color juega un papel de primer orden. Este arte o ciencia utiliza un lenguaje que le es característico: al amarillo llama oro; al blanco, plata; al rojo, gules; al azul, azur; al verde, sinople; al morado, púrpura, y al negro, sable. Oro y plata son denominados metales; el resto, esmaltes.
En su Ciencia Heroyca(1780), que resume la tradición anterior, el marqués de Aviles se remonta a la antigua Grecia para buscar el origen del uso de los colores heráldicos. Cuenta que los reyes troyanos y griegos acostumbraban a vestirse de acuerdo con los siete días de la semana y que al entrar en batalla pintaban sus escudos del color correspondiente.
Recoge la opinión de Moreri, para quien los colores de las armerías procedían de los que se llevaban en los torneos y éstos, a su vez, de las cuatro facciones, alba, rosea, véneta y pracina (blanca, roja, azul y verde), de los juegos de circo romanos.
Cita también una especie de código astrológico lleno de prestigio clásico: Aristóteles dio a los metales y colores el nombre de los siete Planetas, llamando a el Oro, Sol; a la Plata, Luna; a el Gules, Marte; a el Azur, Júpiter; a el Sable, Saturno; a el Sinople, Venus, y a la Púrpura, Mercurio, vistiendo y pintando a cada uno de estos Dioses de su metal y color.
Y no sólo dioses y planetas, también las piedras preciosas y los signos del zodiaco, los elementos de la naturaleza, los meses del año, los árboles, las flores, las aves y los animales, las virtudes y las cualidades mundanas encuentran en su libro sus respectivas correspondencias cromáticas.
En la Edad Media el lenguaje simbólico del color floreció con los torneos, los cantos de los trovadores y los sutiles artificios del amor cortés. Huízinga recuerda a este respecto cómo Guillaume de Machaut se llena de alegría al ver a su amada vestida de blanco y tocada con una cofia de tela azul celeste con papagayos verdes, pues el verde es el color de un amor nuevo, y azul, el de la fidelidad.
No hacían falta palabras; mediante el color, los diversos estados de ánimo —el gozo, la desesperación, el amor correspondido o la esperanza de alcanzarlo— quedaban simplemente al alcance de los ojos. Fray Iñigo de Mendoza escribe un curioso torneo alegórico entre la Razón y la Sensualidad en el que dice:
Sus cimeras, sus colores,
sus bordadas invenciones
muestran a los miradores sus
deseos, sus temores,
sus secretas intenciones.
El marqués de Santillana, en una obra que titula Visión, narra un encuentro imaginado con tres mujeres desamparadas y quejosas de no hallar vivienda ni reposo en España, y resultan ser —nos lo dicen ellas, pero también el color de sus ropas— la Firmeza (de negro), la Lealtad (de azul) y la Castidad (de blanco).
San Antonio recoge en su Summa Theologica un código de carácter moral: el blanco es pureza; el rojo, caridad; el dorado, dignidad, y el negro, humildad. Leonello d'Este, marqués de Ferrara, cuidaba de que el color de sus vestidos estuviera de acuerdo con un código astrológico, lo mismo que aquellos griegos antiguos de los que hablaba el marqués de Aviles. Por su parte, Alberti y Leonardo enlazan con la tradición escolástica medieval y sustancialmente están de acuerdo en reservar el amarillo para la Tierra, el verde, para el Agua, el azul, para el Aire, y el rojo, para el Fuego.

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LA SIMBOLOGÍA DEL COLOR
CARLOS SAGUAR QUER
Historiador. Departamento de Historia del Arte.
Universidad Complutense de Madrid

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Album de torneos y desfiles en Nuremberg
Fecha: finales del siglo XVI mitad del XVII.

CLUNY EN GONZALO DE BERCEO


Dedicamos un apartado de este capítulo a las menciones que sobre la orden de Cluny existen en la obra de nuestro autor, tema que presenta una excepcional importancia, si tenemos presente que muchos elementos de la mentalidad del clérigo riojano, como, por ejemplo, el interés por la liturgia de los difuntos y la preocupación por las ánimas del Purgatorio, provienen de esta reforma de la orden benedictina. 
Incluso, ya hemos visto cómo en Santo Domingo aparecen elementos que pueden vincular al monasterio de Silos a Cluny. Así, por ejemplo, la restauración que del convento de San Sebastián de Silos hace Fernando I, monarca que nombra abad al santo silense, que devuelve el esplendor perdido al monasterio haciendo posible que profesen muchos monjes. Fernando I instituirá un generoso censo a favor de Cluny de mil áureos anuales y, a su muerte, se celebrarían muchos sufragios por él en la abadía francesa1769 y en todas las casas de la Orden.
En la obra berceana vemos cómo Fernando I hará una donación de alimentos a Silos en un momento de gran hambre, e incluso el monarca insiste en que nunca los monjes de este monasterio pasarán necesidad 1770: "Nunqua mengua avredes segundo mi sentido, / nin combredes conducho que non sea condido". Incluso, se mantiene la tesis de que aquéllos que madrugan y llevan una vida tan dura no deben practicar un riguroso ayuno l771: "Los monges que madurgan a los gallos primeros, / trasayunar non pueden como los tercianeros".
Berceo compone una serie de versos que hacen referencias a Fernando I y a la reforma de Silos l772: "El reï don Fernando, de Dios sea amado, / .../ Fo luego a las primas la Orden reformada, / .../ El reï don Fernando, sea en paradiso". Incluso las fórmulas "de Dios sea amado", "sea en paradiso", podrían estar en conexión con los sufragios que se hicieron por el alma del monarca. Aunque también se podría estar realzando al rey castellano, y contrastando la bondad de él y del santo en contraposición con la maldad del monarca navarro García III.
No debemos olvidar que las relaciones de Cluny con los reyes navarros fueron buenas en tiempos de Sancho III el Mayor, quien conoció a Cluny a través de Oliba en el 1023, del duque de Aquitania y de los condes de Poitiers y Gascuña. Las relaciones de Odilón con García III fueron frías, aunque García fundó Santa María de Nájera1773, rasgo que lo honraría si no fuera porque Berceo nos lo coloca reclamando las riquezas de San Millán.
En Milagros se documentan dos pasajes que debemos citar. El primero hace referencia al hecho de que el romero de Santiago, una vez que ha concluido su peregrinación a Compostela decide entrar en Cluny y el abad, San Hugo, es quien escribe el episodio1774: "Desemparó el mundo, amigos e parientes, / metióse en Gruniego, vistió paños punientes. / Don Ugo, omne bueno, de Gruniego abbat, / varón religioso, de muy grand santidat, / contava est miraclo que cuntió en verdat; / metiólo en escripso, fizo grand onestat. / Guirald finó en orden, vida buena faciendo".
El texto nos habla de San Hugo. Bajo su mandato Cluny pasó de tener sesenta monjes a poseer trescientos. Reedificó la iglesia conventual, que era la culminación en esplendor y magnitud de la basílica románica1775. En esta mención de Hugo, Berceo lo que está es siguiendo fielmente su fuente1776: "Hugo, abbas cluniacensis eclesie, solet narrare de quodam fratre sui monasterii".
El último texto que vamos a citar es también de Milagros1777. Nuestro autor atribuye a un monje la fuente de un milagro, concretamente el del niño judío, dándonos el dato que ese monje estaba en el convento de Borges, aunque ahora está destinado en San Miguel de la Clusa: "Un monge la escripso, omne bien verdadero, / de Sant Migael era de la Clusa claustero, / era en es si tiempo en Borges ostalero". El dato sería del todo marginal, se están nombrando monasterios benedictinos, en cuya localización los autores no se ponen de acuerdo, pues San Miguel de la Clusa podría ser el de Bergerac en Dordogne, o el de Susa, en el Piamonte1778. Sin embargo, ¿por qué sabe Berceo que este Pedro fue hostalero en Borges si no está en su fuente? (La fuente sólo afirma: "In civitate Bituricensi, quam solet narrare quidam monachus Sancti Michaelis de Clausa, nomine Petrus, dicens se eo tempore illic fuisse")1779. ¿Se trata de una invención de nuestro autor, o tal vez ha habido una información oral porque son conventos vinculados a la misma orden ?

El mundo espiritual de Gonzalo de Berceo
Juan Antonio Ruiz Domínguez
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friso
Fecha: segundo trimestre del siglo XII
Hecho en Cluny, Borgoña, Francia

CUESTIONES RELATIVAS A LA VIDA CULTURAL EN TIEMPOS DE BERCEO



Abordamos dentro de este último capítulo sobre la Iglesia el tema de la cultura y la educación, puesto que, a lo largo del medievo, el orden de los oratores fue no sólo el depositario sino el transmisor de este acervo del conocimiento. 
La mayoría de las grandes obras de la literatura o la historia de aquel momento fueron clericales. Todos estos escritos no sólo suponen la existencia de clérigos dotados de buenas cualidades para versificar, sino el conocimiento de la teología, moral, el latín, el castellano y de la historia pasada que han investigado1780. Un buen ejemplo podría ser el propio Gonzalo de Berceo, un hombre con grandes conocimientos, y con un alto nivel de lectura, fundamentalmente de obras de contenido litúrgico-teológico.
Los oratores educan al pueblo y a la nobleza, siendo el medio más antiguo y tradicional de la enseñanza de la doctrina cristiana la predicación y la catequesis. Las artes plásticas también contribuyen a que el pueblo recuerde y amplíe sus conocimientos. El románico y el gótico se recrearán en temas como el pecado original, la anunciación, el nacimiento y muerte de Cristo, el juicio final, ...
Refiriéndonos en concreto a la España plenomedieval, el concilio de Coyanza (León) del 1055 ordena en su canon tercero: "Et los clerigos ensiñen a los fillos della yglesia e a los infantes el Credo in Deum e el Pater Noster, assi que losaban de cor"1781. Pero esta actividad no se despierta hasta la presencia en España del legado Juan de Abbeville, y sus concilios de Valladolid, 1228 y Lérida, 1229, frutos del Lateranense IV. Precisamente en estos concilios se establece la obligación, para el clero parroquial, de aprender latín, prohibiendo la concesión de beneficios a los que lo ignorasen y permiten que se puedan ausentar a las escuelas para aprender gramática, gozando de sus beneficios1782.
Hay que tener presente que, desde comienzos del siglo XII, los capitulares de los diferentes cabildos catedrales hispanos comenzaron a salir a estudiar a los estudios franceses e italianos; con la fundación de nuevos estudios generales hispanos a lo largo del siglo XII, partieron también para éstos. Los desplazamientos no se podían realizar sin una base económica adecuada, de la que carecían en la mayoría de los casos los capitulares estudiantes;y, por otra parte, daban lugar, consecuentemente, a unas ausencias del cumplimiento del propio deber capitular, lo que normalmente era sancionado con la pérdida de parte de sus ingresos. Para legalizar estas ausencias y permitir que, a pesar de ellas, el capitular estudiante ausente siguiera gozando de una suficiente situación económica, los cabildos comienzan a legislar en este Sentido, pudiéndonos remontar, como más antigua, a la Constitución de Santiago de Compostela de 1169 1783.
Respecto al mundo monástico, el panorama es algo distinto, pues las Reglas, como la Regula Magistri, preveen generalmente, para todos los monjes, la obligación de aprender a leer -al menos hasta los cincuenta años-. Este imperativo se encuentra estrechamente ligado a la vida religiosa del monje. Las Reglas de la tradición occidental destinan, por lo general, de dos a tres horas a las lecturas espirituales como premisa necesaria para la meditación. Esto traía consigo que el monasterio se dotase de instrumentos- bibliotecas, escuelas, scriptorium-, que hacían de él un lugar exclusivo y culturalmente protegido1784.
En la obra de Gonzalo de Berceo, concretamente en San Millán. Santo Domingo, Milagros y Duelo encontramos documentada esta preocupación por la enseñanza, por la cultura, aunque realmente todos sus escritos pretenden catequizar a su público lector-oyente.
En San Millán, el propio santo emilianense es plenamente consciente de su analfabetismo y desconocimiento de los fundamentos teológicos del cristianismo, por lo que se dirige a San Félix de Bilivio, con objeto de que sea su maestro y lo instruya1785: "Non sé nada de letras, vásmele entendiendo, / de la sancta creencia la raíz non entiendo; / padre, mercet te clamo a tos piedes yaziendo, / que en esti lazerio vayas mano metiendo. / .../ demostrólis los psalmos por fer su oración; / .../ Fue en poco de tiempo el pastor psalteriado, / de imnos e de cánticos sobre bien decorado, / en todo la doctrina maestro profundado".
El caso de Santo Domingo es distinto pues, cuando expresa su deseo de ser clérigo, sus padres se preocupan por la instrucción del niño y lo llevan a la iglesia como monaguillo u oblato en una escuela eclesiástica1786: "Buscáronli maestro, el mejor que pudieron, / leváronlo a glesia, a Dios lo ofrecieron. / Diéronli su cartiella, a ley de monaciello, / assentósse en tierra, tóllose el capiello, / en la mano derecha priso su estaquiello / apriso fasta'l títol en poco de ratiello".
Nuestro protagonista acude voluntariamente y con agrado a esta escuela y aprende con gran rapidez1787: "Vinié a su escuela el infant grand mañana, / non avié e decírgelo nin padre nin ermana; / .../ Fue en poco de tiempo el infant salteriado, / de imnos e de cánticos bien i gent decorado; / evangelios, epístolas aprísolas privado; / algún mayor levaba el tiempo más baldado".
El salterio se consideraba el libro de lectura elemental y el maestro obligaba a recopilar los versículos sobre unas tablillas, debiendo el joven monje aprenderlos de memoria. Para conocer los salmos por orden del 1 al 150 se precisaba entre seis meses y tres años1788, según la capacidad intelectual y el esfuerzo.
¿Dónde realizó el santo este aprendizaje? La verdad es que Berceo no nos lo dice, aunque probablemente fuera en Cañas, llegándose a afirmar que pudo haber sido en la escuela monástica de Santa María de Cañas1789. Nos llama la atención el hecho de que este monasterio decayera en poco tiempo, pues cuando Santo Domingo es enviado allí no encuentra absolutamente nada 1790: "Fue a Sancta María el barón benedicto, / non falló pan en ella nin otro ningún victo".
Hicimos antes mención a que, en el siglo XI, el concilio de Coyanza había ordenado que se enseñase el Padre Nuestro y el Credo. Precisamente, aunque en cierta manera es un tópico hagiográfico, ésas son las oraciones que el santo dice, cuando es niño, continuamente1791: "Dicié el Pater Noster sobre muchas vegadas, / e el Credo in Deum con todas sus posadas". En Milagros se nos dice que en la ciudad de Bourges, departamento de Cher, Francia, existe una escuela monástica1792, en lo que se trata una amplificación de nuestro autor1793."Enna villa de Borges, una cibdat estraña, / .../ Tenié en essa villa, ca era menester, / un clérigo escuela de cantar e leer; / tenié muchos criados a letras aprender, / fijos de bonos omnes que querién más valer". Como podemos ver nuestro autor nos dice que en esta escuela se aprende a "cantar y leer", es decir se les instruye en todo lo necesario para ayudar a la liturgia, enseñándoles el conocimiento de las primeras letras y se les inicia en el canto litúrgico. Incluso se observa la posibilidad de ascender socialmente mediante la educación.
¿A qué edad se inicia este aprendizaje? A los siete años como se nos dice en Milagros1794: "Cuando vino el término, lo siet años passados, / .../ mandó'l poner a letras con maestro letrado".
En Duelo1795 se nos afirma la preponderancia de los maestros de Francia sobre los demás: "Que non renuncian todos los maestros de Francia". Hay que tener presente que la universidad de París es desde el punto de vista teológico una de las más importantes del mundo.
En Berceo aparecen clérigos analfabetos, como el ignorante de Milagros, pero nuestro autor, también nos indica, cómo los sacerdotes tienen una cierta cultura, ése es el caso del clérigo ladrón. Nos dice el escritor riojano 1796: "Assaz era el lego omne de mal sentido, / mas de peor el clérigo, que más avié leido". Otros poseerán una gran erudición, como es el caso de Muño, autor del Poema que sirvió como fuente para Santa Oria1797: "Muño era su nombre, omne fue bien letrado, / sopo bien su fazienda, él fizo el dictado".
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El mundo espiritual de Gonzalo de Berceo
Juan Antonio Ruiz Domínguez


Imagen:
Manuscript of the Apocalypse
Date: ca. 1330 

Made in Normandy, France
(Metropolitan)

jueves, 4 de julio de 2013

¡¡ riquísimos helados !!


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Ralph Bartholomew Jr. (American, 1907–1985)
Date: 1946–52 (Metropolitan)